“Creo que hubo exceso de confianza. Garanito aterrizó y despegó 1.827 veces en ese aeropuerto. La aviación es prevención y tal vez ese día se confió demasiado en su experiencia“, reflexionó el fiscal aeronáutico nacional José Gregorio Morales.
Entre las evidencias recolectadas por el equipo que dirigió Morales, removido el pasado lunes de la investigación del siniestro, está el panel de instrumentos del avión ATR 42-300, siglas YV 1449 que despegó del aeropuerto Alberto Carnevali poco antes de las 5:00 pm del jueves 21 de febrero con destino a Maiquetía. Ayer se cumplió un mes del hecho.
El brutal impacto no modificó la información reflejada en los indicadores. Después de analizarlos, los investigadores concluyeron que los motores operaban a máxima potencia cuando la aeronave se estrelló en el páramo Los Conejos.
Ese hallazgo será completado con otras informaciones.
La más importante de todas, sin duda, es la contenida en la caja negra del avión. El viernes de concilio, el fiscal Morales estaba corrigiendo la carta rogatoria que enviaría a la Embajada de Francia, paso previo para que el fabricante pueda desvelar qué ocurrió durante el vuelo 518.
Una aeronave en lontananza.
El interrogatorio al funcionario que estaba de guardia esa tarde en la torre de control reveló que un avión de la empresa Avior se estaba aproximando al aeropuerto al mismo tiempo que el avión de Santa Bárbara se preparaba para despegar por última vez.
“El operador le dijo al piloto que abortara la operación de despegue, pero él le respondió que lo tenía a la vista. La torre de control autorizó ambas maniobras. Es posible que el piloto no haya completado ese giro de 180 grados para ganar suficiente altura, sobrevolar nuevamente el aeropuerto y salvar la cordillera sin problemas“, comentó una fuente vinculada con las investigaciones.
La descripción de esa maniobra, que se realiza en condiciones de vuelo visuales –es decir, siempre y cuando el aviador vea y sea visto por la tripulación de otro vuelo– trae a colación un tema que ha quedado eclipsado por las dimensiones de la tragedia. Los aviones comerciales prefieren sobrevolar los escarpados picos merideños en vez de seguir vía El Vigía hacia el sur del Lago de Maracaibo porque se ahorran 15 minutos en su trayecto hacia Maiquetía.
Esta última ruta, conocida como Corredor VFR Río Chama, es la única certificada en el Air Information Pilot para despegar y aterrizar en Mérida. No obstante, la mayoría de los pilotos utilizan la vía de El Observatorio apoyándose en cartas elaboradas por las empresas que prestan el servicio de transporte de pasajeros, según dos pilotos que operaron la ruta.
Ningún vocero del INAC atendió a la solicitud de una entrevista formulada desde hace tres semanas por quien suscribe esta nota.
Familiares a la espera. Dos bufetes estadounidenses, Masry and Vititoe y Podhurst and Orseck, especializados en representar a parientes de víctimas de accidentes aéreos, contactaron a varios deudos para demandar a Santa Bárbara en los tribunales de Estados Unidos.
El abogado Pablo Ruiz Limón, de Masry and Vititoe, confirmó el interés de ambas empresas. “Varios familiares contrataron nuestros servicios. No voy a precisar cuántos. Aún estamos analizando las posibilidades, pero tenemos elementos que nos permiten pensar que podemos llevar a cabo una demanda en Estados Unidos. Haremos una investigación independiente de la que se lleva a cabo en Venezuela. Vamos a poner toda la carne en el asador“, afirmó.
“Prefiero esperar a ver qué pasa con las investigaciones. Además, no sé si puede prosperar una demanda en Estados Unidos por un accidente que ocurrió en Venezuela“, dijo Alberto Giovenco, padre de Joan, una de las víctimas del accidente.
William Márquez, esposo de Giobeli Gil, también sopesa la posibilidad de la demanda.
“Ninguna de las autoridades de la aerolínea me ha dado una respuesta. El sábado 16 conversamos con la representante de Santa Bárbara en Mérida, pero quisiera reunirme con uno de los directivos. Se habla de una indemnización, pero hasta ahora nada“, aseveró.
ALFREDO MEZA - El Nacional