Por Víctor Salmerón
| 8 de noviembre, 2016
Presionado por la caída en las encuestas y un calendario electoral
que el año entrante contempla elecciones de gobernadores y alcaldes,
Nicolás Maduro recurre a planes que implican ampliación del gasto
público como incrementos del salario mínimo, aumento del número de
familias beneficiadas con las tarjetas socialistas y entrega de fondos a
los agricultores. El inconveniente, es que una parte importante de los
bolívares a repartir surgen de vías que avivan la inflación.
La principal fuente de financiamiento consiste en que Pdvsa emite
unos pagarés y el Banco Central se los compra creando nuevos billetes.
Una vez Pdvsa tiene los bolívares en la caja los transfiere al gobierno
para que éste cubra distintos gastos como salarios, misiones y
subsidios. Las estadísticas oficiales registran que en solo tres meses,
entre el 29 de julio y el 28 de octubre, la deuda de Pdvsa con el Banco
Central aumentó 128% y se ubicó en 3,2 billones de bolívares.
La consecuencia de esta activa imprenta de dinero es que en poco
tiempo una importante cantidad de personas y empresas cuentan con más
bolívares que destinan a la compra de productos. De esta manera la
demanda aumenta velozmente mientras que la oferta cae por controles de
precios que no permiten cubrir los costos de producción, deficiencia en
los servicios públicos como la electricidad y un déficit de dólares que
la administración de Nicolás Maduro ha resuelto recortando la asignación
de divisas a las empresas del sector privado.
El resultado es más bolívares detrás de menos productos, una dinámica
que se traduce en incrementos de precios. Tamara Herrera, directora de
Síntesis Financiera, explica:
“Hay un financiamiento indirecto del déficit fiscal a través de ese
esquema donde Pdvsa se endeuda con el Banco Central para pagar impuestos
y regalías. Se trata de impresión de dinero, es un dinero sin respaldo
que no proviene de alguna actividad económica. Evidentemente, esto
presiona a la inflación cuando tienes dificultad para elevar la
producción”.
El encaje
Otra modalidad que está empleando la administración de Nicolás Maduro
para financiarse y que también se traduce en inyección de bolívares a
la economía incluye a las entidades financieras. El Banco Central emitió
una resolución que disminuyó en cinco puntos porcentuales la porción de
los depósitos que las torres financieras no pueden prestar y deben
congelar a manera de reservas. De esta manera, se liberaron 500 mil
millones de bolívares que los banqueros han utilizado para comprarle
bonos al Bandes y al Fondo Simón Bolívar para la Reconstrucción. Al
cierre del 28 de octubre, ya habían adquirido bonos por el orden de 310
mil millones de bolívares.
La magnitud del incremento de la cantidad de dinero en la economía
queda clara al observar que los excedentes de liquidez en las entidades
financieras, es decir, los fondos disponibles después de cumplir con las
reservas que exige el Banco Central equivalen, de acuerdo con el último
informe de Síntesis Financiera, a 27% de los depósitos bancarios y, en
octubre de 2015, solo representaban 5%.
Las estadísticas del Banco Central señalan que en términos nominales
la liquidez registra un salto de 125% en los últimos doce meses.
Aparte de la impresión de dinero y el uso de las reservas de la banca
el gobierno ha tomado otra serie de medidas para tratar de corregir el
desequilibrio entre ingresos y gastos, pero han sido de poco impacto. A
pesar de la devaluación de la moneda, la eliminación del ajuste por
inflación, el aumento de las alícuotas en los impuestos al alcohol y
cigarrillos, la implementación del impuesto a las grandes transacciones
financieras y el aumento del precio de la gasolina, el déficit fiscal
sigue siendo muy voluminoso.
Ecoanalítica señala en su informe de septiembre de este año:
“La continua expansión del gasto ha traído como consecuencia la
también continua expansión del déficit del sector público restringido
(SPR que incluye al gobierno central, Pdvsa y las empresas públicas no
financieras). Para cierre de 2016, en Ecoanalítica estimamos que el
déficit del SPR se ubique en torno a 16,4% del PIB”.
El paralelo
La inyección de bolívares sin respaldo también presiona al tipo de
cambio porque una porción de los billetes que ingresan a la economía se
dirige a la compra de dólares en el mercado paralelo. Fuentes
financieras explican que en el segmento corporativo el billete verde ha
iniciado un acelerado ascenso (la Ley de Ilícitos Cambiarios prohíbe
divulgar esta tasa).
El dólar paralelo incide en los precios de una amplia gama de
productos y servicios porque empresarios y comerciantes de determinados
sectores lo utilizan como guía para calcular sus costos de reposición.
Un estudio elaborado por Ecoanalítica determina que un tercio de las
categorías en las que el Banco Central de Venezuela divide los bienes y
servicios que utiliza para calcular la inflación tienen precios
altamente correlacionados con el dólar paralelo, concretamente, vestido y
calzado; bebidas alcohólicas, esparcimiento, restaurantes y hoteles.
Tamara Herrera indica:
“En este entorno el único atenuante que puede tener la inflación es
la contracción del consumo, pero con este combustible monetario va a
subir. Nuestra proyección de inflación para el año es de 454%”.
El reporte de Latin Focus, que agrupa las proyecciones de bancos y
firmas especializadas, señala que para este año Goldman Sachs pronostica
para Venezuela una inflación de 483%, Credit Suisse 445%, Barclays
Capital 294%, Ecoanalítica 511%, UBS 700% y JP Morgan 900%.
Las reservas
No existe la posibilidad de que el gobierno pueda aumentar las
importaciones y elevar la cantidad de dólares que vende a través del
mercado oficial. Las reservas internacionales, el tanque de dólares que
administra el Banco Central de Venezuela y permiten importar, pagar
deuda, cubrir contingencias y ayudar a la estabilidad del tipo de cambio
se ubicaron el 3 de noviembre en 11 mil 009 millones de dólares,
magnitud que se traduce en un declive de 32% en el año y en el nivel más
bajo desde octubre de 2002.
Un aspecto relevante es que de acuerdo con Síntesis Financiera en
2002 este nivel de reservas permitía cubrir trece meses de importaciones
y hoy solo cuatro. Además, en 2002 el 65% de las reservas eran divisas y
en este momento solo alcanzan a 12% porque el grueso corresponde a
barras de oro.
Las perspectivas
Todo indica que la administración de Nicolás Maduro seguirá
recurriendo activamente al financiamiento del Banco Central para cubrir
gasto en un escenario donde la pérdida de gobernaciones y alcaldías en
2017 aumentaría su fragilidad política. Econalítica señala:
“Si el Gobierno realmente quiere lograr un balance fiscal apropiado
para una economía petrolera en crisis, debe optar por mayor disciplina
fiscal, redistribuir de mejor manera los ingresos y focalizar los
subsidios de forma progresiva para mejorar la eficiencia de los gastos.
Esto último representa uno de los retos más grandes para el actual
Gobierno, sobre todo por la actual coyuntura política, en la cual se ve
en peligro su continuidad; por consiguiente, se prevén aumentos
desmedidos del gasto, continuidad de los subsidios y ningún aumento de
impuestos como estrategia populista frente a la adversidad a la cual
están inmersos. En otras palabras, es poco probable que en lo que resta
del año el escenario fiscal mejore”.