Los partes médicos informaron de traumatismos craneoencefálicos, hematomas en los párpados con desvío del ojo derecho, triple fractura de mandíbula, deformidad en los labios, fractura de costillas, estigma por quemaduras en la piel, pabellón de las orejas destruido, mordeduras en las mamas, desgarramientos de la matriz y de un ovario, lesión tumoral del páncreas, desnutrición severa y graves alteraciones psíquicas. Durante año y medio se sometió a nueve intervenciones quirúrgicas y a terapias psiquiátricas, en los Hospitales Universitario y Militar. Hoy se enfrenta de nuevo a la justicia, ante la eminente salida de su agresor.
-Creí que no podría sobrevivir. Fue como salir de una tortura equivalente o peor a la que se vive en un campo de concentración. Era como estar entre lo que te queda de vida y el enfrentamiento con la muerte. Quedó el pánico, el terror, la incredulidad de que eso me hubiera ocurrido. Tuve que aceptar la muerte de la Linda Loaiza que era, para ser otra que debía sobreponerse a un proceso de reconstrucción física con operaciones muy dolorosas y a las que felizmente pudo responder mi cuerpo. No se sale ilesa física y emocionalmente de una tortura de esa naturaleza. Nada de lo perdido en esa pesadilla es recuperable.
-¿Y después de la pesadilla, cuál fue tu primera reacción?
-Quería justicia y es lo único que le he pedido al Estado venezolano. Nada me devolverá mi vida anterior a esta tragedia, pero esperaba sentir que el culpable lo pagaría de alguna manera. Me sobrepuse y me dediqué a buscar justicia. Allí me enfrenté a otra forma de tortura: la sordera del sistema judicial hacia la violencia contra las mujeres. Aprendí que la justicia no existe para quienes no tienen poder y menos para las mujeres.
-Hiciste huelga de hambre.
-Me vi obligada a hacer huelga de hambre arriesgando lo que había recuperado de salud para que hicieran un juicio negado en muchos tribunales y con 59 jueces inhibidos. El juicio fue toda una farsa para proteger al agresor y lo consiguieron. Seguí luchando con quienes me han acompañado en esta tragedia y logré apelar para tener otro juicio. ¿Y cuál fue el resultado? Al agresor le dieron una caricatura de sentencia, una pírrica pena para todo el daño que me hizo. He seguido la batalla y la justicia sigue sorda y cómplice de mi agresor.
-¿Qué has hecho en estos 6 años, cómo has ocupado tu tiempo y cómo has podido reponerte de esta desgracia?
-He aprendido a no dar tregua a mi trabajo. He salido airosa de mis depresiones y he contado con colaboración de mucha gente que me apoya y me dice: “sigue adelante que cuentas conmigo”. En la calle me reconocen y se solidarizan conmigo. Eso me fortalece.
-Tu agresor está por salir de la cárcel El Rodeo, luego que se concluyó que no te había violado, ni agredido. ¿Cómo llamar la acción de tu captor que casi te llevó a la muerte?
-Complicidad. Los delitos contra las mujeres siempre son menores o inexistentes para el poder judicial y los agresores. No puede entenderse cómo, desde cualquier lógica, se pueda creer al culpable, descalificando las evidentes pruebas de la víctima. Eso sólo puede entenderse como complicidad, atropello y ventaja para el agresor. Ahora entiendo, por qué las cárceles están llenas de inocentes como forma de salvar a los culpables. Estoy convencida de que la justicia no reconoce a las mujeres como seres con derechos, soy ejemplo viviente de ello. Las propias mujeres que imparten justicia, además, nos cargan la culpa.
-¿Cómo proyectas defenderte de esta burla de la ley?
–Solo me queda la denuncia de este gran fraude. La opinión pública debe ser informada, tengo una deuda con la gente que me ha apoyado y con quienes se han conmovido con mi tragedia de darles el resultado final de este titánico esfuerzo pobremente compensado. Aquí ganó el agresor. Él sólo pide ser favorecido y hasta ahora lo ha logrado. Hice todo lo que pude y si hubiese otra alternativa me aferraría a ella, pero las puertas se cerraron para mí y se abren a la libertad de Carrera Almoina. Él continuará en su larga lista de torturar mujeres y ¿quién será responsable?
-¿Qué piensas en la mañana al levantarte y mirarte al espejo?
-Miro las cicatrices físicas que aún me quedan y converso con esta mujer que soy, para decirle que hice todo lo posible para que la ley me protegiera y no lo conseguí. Soy una venezolana indefensa frente al atropello del cual he sido objeto por quienes debían defender mis derechos humanos.
-¿Qué plan de vida tienes para tu futuro?
–Estoy estudiando Derecho, costó mucho sacar un tiempo para comenzar, tuve muchas ofertas sólo de papel y cuento sólo con mi familia para salir adelante. Espero graduarme y continuar formándome para defender a los débiles y ayudar a las mujeres maltratadas
-¿Tienes miedo de que Carrera trate de vengarse?
-¿Cuánto más? Quedé como sobreviviente de sus torturas, se cobijó en el poder judicial y la influencia familiar para recibir una condena muy benévola.
-¿Qué mensaje tienes para las mujeres maltratadas?
-¿Cómo es un día de tu vida, qué haces, en qué trabajas, vas al cine, te distraes?
-Atiendo mi universidad y la fundación. No hay tiempo para más.
-¿Qué le dices a los juristas que han manejado tu caso?
–Los respeto como seres humanos pero no cumplen el rol que deben cumplir ni por omisión, ni por acción ni excepción; están exponiendo al desprestigio a todos los venezolanos. Administrar justicia no es inhibirse, sacar el cuerpo. Les diría que también tienen o podrán tener hijas y que todos nacen de una mujer. Que la justicia no es una dádiva, es un derecho inherente a las personas, que ellos y ellas tienen una misión encomendada y deben responder a ella.
-¿Cuál es el paso a seguir?
–Continuar con la denuncia de la injusticia de la justicia que imparte el poder judicial.
LA PALABRA DEL ABOGADO
Juan Bernardo Delgado, defensor de quienes no tienen medios ni influencias para obtener justicia, revela que “la máxima jurisdicción penal venezolana no asumió la responsabilidad, pues Deyanira Nieves, presidenta de la Sala de Casación Penal se inhibió del caso; otra vez se repite la historia de hace dos años cuando se inhibieron 59 jueces. Ellos han sido denunciados reiteradamente en la Inspectoría General de Tribunales”.
Explica el abogado de Linda que esa Inspectoría depende de la dirección ejecutiva de la Magistratura y ésta de la Sala Plena del TSJ, lo que hace pensar que no existen, ni verdadera justicia ni garantías.
-No se logró ninguna sanción para los fiscales que cometieron irregularidades y así lo estableció la Comisión de Política Interior de la Asamblea Nacional. Gracias a la presidenta Cilia Flores se logró puntualizar alguna responsabilidad de actores internos y externos.
-A Linda se le condena por estar día a día en vigilia del sistema judicial, descubriendo tramoyas y escaramuzas que pasan por debajo de la mesa. Aunque se probó la comisión del delito del ciudadano Luis Antonio Carrera Almoina no se sancionó por lo que verdaderamente le hizo a Linda Loaiza ya que si hubo privación ilegítima de libertad y lesiones gravísimas debió de ser sancionado por violación, por simple deducción y sanción legal. Aparte, en la acusación privada había sido acusado por “homicidio calificado en grado de frustración y tortura” -En todo este proceso se han producido atentados tanto en la representación legal como a la víctima, que están denunciados en Fiscalía y no se ha determinado la responsabilidad de los culpables.
Bernardo Delgado, alega que la sala sexta de ejecución, le está abriendo las puertas para que quede en libertad Luis Antonio Carrera Almoina sin ni siquiera haber cumplido los 6 años de cárcel. Se cumplirán el 8 de mayo de del año 2008.
Advierte que la seguridad de Linda Loaiza y su familia no está garantizada porque no se cumple la debida protección a una víctima que ha afrontado una posición pública y judicial en defensa de sus derechos: -Aun cuando el caso no es político hay instituciones del Estado que no han funcionado ni han asumido su rol de impartir justicia lo cual obliga a Linda y a su representante legal a continuar una lucha que debe entenderse sujeta a Derecho.
Tomado de: http://www.noticias24.com