CARACAS, mar 1 (Reuters) – Por vivir con una inflación de dos dígitos desde hace más de 25 años, los venezolanos han aprendido varios trucos para estirar su dinero, que en tiempos como los que corren de alzas en los precios de las materias primas, podrían ser útiles para el resto del mundo.
Venezuela, un país relativamente rico que posee una de las mayores reservas de crudo del planeta, depende altamente de la exportación petrolera, lo que ha producido una serie de auges y caídas de la economía, acompañada por una inflación de dos dígitos desde 1985.
Alrededor del mundo, el alza de los precios de las materias primas por el mal clima, los disturbios políticos y la especulación, están extendiendo el fenómeno de la inflación y poniendo en alerta a los bancos centrales.
El caso del Banco Central de Venezuela es diferente: está atado de manos, ya que es el Gobierno el que fija las tasas de interés por debajo del índice de precios, dejando poca posibilidad de maniobra monetaria contra la inflación.
La economía del miembro de la Opep es un “mundo al revés” en el que el gasto es más rentable que el ahorro, la inversión en bonos es alentada por el presidente socialista Hugo Chávez y hasta algunos empleados del Gobierno conducen taxis para hacer dinero extra.
La regla principal es deshacerse rápido del efectivo.
“No tiene sentido dejar dinero en el banco. Es mejor invertir. Por ejemplo, yo compré este auto”, dijo Jorge Juárez, un funcionario de la Alcaldía de Caracas, quien sale de su casa a las 4.00 de la mañana para evitar el tráfico y quien usa su Fiat 2007 como taxi después de su trabajo formal.
Juárez es en muchos sentidos un típico venezolano de clase media, que combina el trabajo duro y la astucia para mantener el nivel de vida de su familia.
Los autos son una buena inversión en el país caribeño, donde la gasolina está subsidiada hasta el punto de ser casi gratuita y la demanda de vehículos supera por mucho la oferta, por lo que aumentan de valor al salir del concesionario.
Las tasas de interés para el ahorro son la mitad de lo que fue la inflación del 2010, que cerró en 27 por ciento.
Mientras, las tasas activas están pares a la inflación, así que aquellos que pueden, piden prestado e invierten en bienes como autos, locales comerciales, oro y otros bienes que permitan ganar valor al bolívar, la moneda local.
Los venezolanos lo llaman “matar tigres”: negocios paralelos al trabajo formal para aumentar los ingresos.
Juárez está pensando en abrir un puesto de comida los fines de semana para pagar la educación universitaria de su hija y construir una casa en la playa. Otros venden ropa importada con precios remarcados o guardan joyas para empeñar o vender.
“Las ventas han caído recientemente, pero en Venezuela siempre hay compradores, somos un país muy consumista”, dijo Evelyn Fernández, quien trabaja en una joyería del gigante centro comercial Sambil en Caracas, muy concurrido, incluso los días laborables.
“El oro es una buena manera de invertir porque los precios están vinculados al dólar. Al vender obtiene una buena cantidad de bolívares”, dijo la vendedora mostrando una cadena de 18 quilates valorada en 5.700 bolívares. “Hace dos años, costaba 2.000 bolívares”.
Para los empresarios privados que pueden tolerar el estridente discurso socialista de Chávez y esquivar las expropiaciones, hay oportunidades de hacer dinero.
“Los empresarios venezolanos tienen unos niveles de rentabilidad muy superiores a los de cualquier otro país de América Latina y además, mecanismos de recuperación de inversión de muy corto plazo”, dijo Asdrúbal Oliveros, director de la firma Ecoanalítica en Caracas.
Pero, el Gobierno culpa a las empresas de crear inflación en su búsqueda de ganancias rápidas.
Delia Tua ha vendido miel y especies en un céntrico mercado de Caracas desde hace 30 años. Ha hecho suficiente dinero para construir una pequeña casa y ver a su hija en la universidad. Admite que cobra un 50 por ciento más sobre el precio que obtiene al mayor, pero dice que los beneficios han disminuido.
“Yo compro las especies una vez al mes. Yo sé que cuando regrese el próximo mes va a costar casi el doble de lo que costó. Lo que gano, lo tengo que reinvertir para comprar más mercancía”, agregó, con un fajo de billetes en la mano.
ADICCIÓN PETROLERA
Detrás del problema de la inflación, está la adicción venezolana a sus campos petroleros.
“El petróleo ha sido nuestra bendición y nuestra maldición”, agregó Oliveros. “Tengo 34 años y prácticamente la inflación más baja que ha conocido mi generación es de 12 por ciento. Estamos acostumbrados”, añadió.
El aumento en las arcas del Gobierno conduce a alzas drásticas del gasto público, cuando los precios del petróleo son altos. Pero cuando la fiesta acaba, queda la inflación y la devaluación.
No obstante, esto ha permitido a Chávez, y a sus antecesores, subsidiar productos como alimentos y gasolina para contener los precios, mientras que la importación de bienes reemplaza a la agobiada industria local.
Hace una década Sudamérica estaba fuertemente asociada con la hiperinflación. En Bolivia en 1985, los precios rozaron casi el 12.000 por ciento. Pero un estricto ajuste en el control de precios, principalmente a través de la política monetaria, ha cambiado esa historia.
El aplaudido manejo macroeconómico de la región ha dejado en el pasado las altísimas tasas de inflación de décadas pasadas, pero aún países como Venezuela y Argentina, donde según mediciones privadas los precios a los consumidores superan por mucho a las cifras oficiales, aún luchan contra el problema.
Venezuela, cuya tasa promedio anual de inflación en algún momento fue la menor en la región, ahora se ve rezagada.
La inflación es más baja que antes de Chávez, con un promedio anual de un 22 por ciento durante sus 12 años en el poder. El índice anualizado en enero fue de 28,5 por ciento.
Venezuela ha evitado tomar decisiones difíciles necesarias para controlar los precios, en parte por su riqueza petrolera, pero también porque según la visión de Chávez, es más importante canalizar el dinero hacia los pobres que acabar con la inflación.
Un diputado de la oposición mostró el jueves en el Parlamento bolsas de hortalizas, diciendo que los precios durante el mandato de Chávez se han multiplicado. Pero, los partidarios del líder respondieron que el salario real ha aumentado y el consumo de alimentos se duplicó en una década.
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(Escrito es español por Deisy Buitrago/Eyanir Chinea. Editado por Manuel Farías)