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29 octubre 2006



VIOLENCIA LABORAL EN LA CASA DE LA JUSTICIA

(I)

Por: Luis M. Galviz (*)

Uno de los temas, muy poco estudiado en Venezuela, es la violencia laboral presente en los tribunales y circuito judiciales, que forman parte de la Administración de Justicia. Es un mal silencioso, que como una serpiente se desliza, por los diferentes recintos tribunalicios de país, causando estragos y mella, en las vidas de los miles de trabajadoras y trabajadores, que con su labor técnica y profesional, hacen posible el mantenimiento del Estado de Derecho Venezolano.

En este capítulo, me aproximaré, a través de casos reales, que se han suscitado, y de los que he tenido conocimiento, gracias a mi condición de Dirigente Sindical, a una impresión diagnóstica, de la grave condiciones de trabajo, que han tenido que afrontar, cientos de trabajadores y trabajadoras, en su lucha diaria, por conseguir el vital sustento, de sus grupos familiares.

Hernán, era un Alguacil con 18 años de servicio adscrito a un Tribunal Superior de la ciudad de Caracas y con 48 años de edad; quien ha conocido a Hernán y ha visto su rostro, no podrá olvidar la humildad que refleja y la abnegación que dedica en la ejecución de su trabajo. Hernán es padre soltero, de una niña que desde su nacimiento presentó necesidades especiales, y que gracias a la Póliza de H.C.M. que contrata año a año el Poder Judicial, había podido hacer frente, costeando los gastos médicos, que su excepcional condición generan. Una mañana, Hernán, luego de cumplir con su deberes de padre ejemplar, pues dedica las primeras horas de la mañana para llevar a su hijita a la escuela donde estudia y le prestan cuidados; se dirigió al Tribunal, a cumplir con su deberes y obligaciones como Alguacil, cuando entró a la sede judicial, sintió el ambiente laboral, muy tenso, pues sus compañeros de trabajo, de inmediato le informaron, que habían cambiado al juez, y que otro se había hecho cargo del tribunal, señalándole que el nuevo juez, lo esperaba en su Despacho. En ese momento, su circulación sanguínea se aceleró, con pasos trémulos, avanzó hacia la puerta del despacho, la puerta, se encontraba a medias abierta y a medias cerrada, la abrió suavemente, y con una voz entrecortada dio los buenos días, y le pregunto al nuevo juez, que sí lo había mandado a llamar; de súbito el nuevo juez, le puso a la vista una Boleta de Notificación, donde le comunicaba que había sido removido del cargo de conformidad con el artículo 91 de la Ley Orgánica del Poder Judicial vigente para la época; el nuevo juez, le solicito que entregara las credenciales que lo identificaban como Alguacil, y que saliera del tribunal, porque él ya no trabaja allí, pues ya había designado a un nuevo Alguacil. En ese momento, Hernán se sintió desfallecer, pero sacó fuerzas, y logró salir del Tribunal a toda prisa. En el pasillo, se preguntaba ensimismado, qué iba a hacer ahora, que en un instante había quedado desempleado. En su desesperación recordó, que estaba afiliado al SUONTRAJ, y pensó que tal vez, allí podrían ayudarlo. Cuando llegó al Sindicato, ya de sus ojos brotaban lágrimas de desconsuelo, y repetía qué iba hacer ahora, sí su pequeña hija requería de una intervención quirúrgica, que no podría costear, pues contaba con la Póliza de H. C. M, para ello. Al ver a Hernán en esa situación sentí una profundad indignación, por la manera como había sido tratado, vejado y despojado de una respetable carrera judicial como Alguacil de Poder Judicial. De inmediato, redacté una comunicación dirigida a la presidencia del extinto Consejo de la Judicatura, donde denuncié la problemática, y solicitaba que se le tramitara un traslado a otro tribunal, puesto que era una injusticia que se estaba cometiendo en contra de Hernán. La comunicación surtió un efecto positivo para Hernán, y el Consejo de la Judicatura, en vez de tramitar un egreso, le otorgó un traslado a otro tribunal de la misma Circunscripción Judicial.

Casos, como el de Hernán, aún siguen ocurriendo en el Poder Judicial Venezolano. Existen algunos jueces y juezas (como el nuevo juez que le tocó a Hernán), que consideran que son propietarios, amos y señores de los tribunales a los cuales han sido asignados, y esto incluye bienes muebles, así como del personal que allí labora. Que maltratan a los trabajadores y trabajadoras, sin contemplaciones de ningún tipo, y que además parecieran disfrutar haciendo el triste papel de explotadores.

La violencia laboral, tiene distintas manifestaciones, pero en el Poder Judicial, tiene características muy particulares, un ejemplo de ello, es el relatado arriba.

En otra oportunidad, al SUONTRAJ, llegó un trabajador del Estado Mérida, que ejerció por más de 20 años, las funciones de Secretario de un Juzgado de Municipio; era un hombre, que su semblanza, denotada una profunda preocupación y desespero, al ser entrevistado, contó su trágica situación, que consistía, en que había tenido problemas, con una juez nueva, en razón que estuvo de reposo médico, y eso pareció disgustar a esa juez, y sin ton ni son, lo removió de su cargo de Secretario y nombró a otra persona en su lugar. Relataba, Eulalio (así lo llamaré), que el necesitaba su trabajo, y que además su remoción fue total y absolutamente injusta, pues la juez, ni siquiera le dio la oportunidad de acogerse a una de las jubilaciones especiales, que para el momento estaban siendo concedidas por el Tribunal Supremo de Justicia. Traté de calmar a Eulalio, y le dije que el SUONTRAJ, haría todo lo que estuviera a su alcance, para lograr su jubilación que por derecho le correspondía. Con la esperanza que su problema se resolviera pronto Eulalio regresó a su casa en Mérida.

De inmediato, en mi condición de dirigente sindical, sostuve una entrevista en la División de Jubilaciones y Pensiones, y expliqué la gran injusticia que se estaba cometiendo en contra de Eulalio, y entregué una Oficio del Sindicato, donde solicitaba que el caso de Eulalio, se revisara y que en consecuencia de ello, se le tramitara una jubilación especial. Hubo que esperar más de un año, para que al fin, la situación de Eulalio, se resolviera, después de muchas diligencias, efectuadas por el SUONTRAJ, en la ciudad de Caracas. Mientras tanto, seguramente Eulalio y su familia, atravesaron graves inconvenientes económicos, pues hay que ponerse en los pantalones de un Padre de Familia, que a una edad madura y con más de 20 años de servicio, sea despojado injustamente de su puesto de trabajo.

La lucha de los trabajadores de la administración de justicia de Venezuela, por lograr que algunos Señores Jueces y Señoras Juezas, empiecen a respetar la dignidad y los derechos humanos de los trabajadores tribunalicios, aún no termina. Pues, mientras se siga pensando, que los trabajadores tribunalicios, valemos menos que un ciudadano usuario del sistema de justicia, se seguirán cometiendo atropellos, como lo reseñados arriba.

Y, un ejemplo de lo dicho, es la situación que en la actualidad afronta una trabajadora, en un juzgado civil del Estado Portuguesa, a quien un juez ha confinado al encierro en un archivo del tribunal, durante toda la jornada y horario de trabajo, con negativa expresa de cualquier clase de permiso, sean médicos, familiares o personales, y con la amenaza constante, que le va a iniciar un procedimiento disciplinario para destituirla del cargo que ocupa en Poder Judicial, y asimismo, le ha negado la solicitud de traslado a otro tribunal en dos oportunidades. Este caso, ya ha sido denunciado ante las autoridades competentes de la Dirección Ejecutiva de la Magistratura, pero como suele ocurrir, cuando un trabajador denuncia ante la Inspectoría General de Tribunales, a un juez o jueza, por maltrato y violencia laboral, seguramente la engavetaran, hasta el olvido definitivo de la denuncia. Porque, repito para las autoridades del Poder Judicial, las trabajadoras y trabajadores, su valor está en minusvalía en comparación a cuánto vale un juez o un ciudadano usuario de los servicios de la administración de justicia.

Debemos, desempolvorar aquella consigna, que nuestros predecesores sindicales, enarbolaron cuando la clase trabajadora, valía menos que un pedazo de tierra o que un animal. ¡¡¡TRABAJADORAS Y TRABAJADORES DE LA ADMNISTRACIÓN DE JUSTICIA DE VENEZUELA: UNÍOS!!!

(*) Abogado, Trabajador Social
Presidente del SUONTRAJ