La importancia del Gran Mariscal de Ayacucho ha trascendido en el mundo entero. Cuando consulté las fuentes para la realización de este artículo, pude darme cuenta con agradable impresión que Antonio José de Sucre es uno de los personajes históricos más importantes de la juventud latinoamericana y mundial. Desde muy joven, cuando apenas tenía 15 años de edad se unió a la lucha por la independencia de Venezuela en 1810. Con 16 años, recibió el nombramiento del Comandante del Cuerpo de Ingenieros de Margarita. En 1812 era ya comandante de Artillería y del Cuerpo de Ingenieros de Barcelona. En 1813 se unió al ejército del General Santiago Mariño quien le otorgó el Grado de Capitán, al año le nombra su edecán, hasta la pérdida de la segunda República en 1814. Con apenas 20 años de edad lo nombran Coronel y un año más tarde como comandante general de la provincia de Cumaná. En 1817 Bolívar designa a Sucre como gobernador de la Vieja Guayana y comandante general del Bajo Orinoco. Fue Jefe del Estado mayor de Bolívar y ministro interino de guerra. En Yaguachi logra un importante triunfo (1821); victorioso en Cuenca (1822); y en la ruta hacia Quito venció en Pichincha liberando a Ecuador. Con el cargo de intendente en Quito, fue general de división. La batalla de Junin en 1824 y con 28 años de edad, abre caminos hacia Perú quien le confió el mando de su ejército. El 9 de diciembre de 1824 triunfa Sucre a las tropas realistas, que durante 14 años habían permanecido invictas en el Perú, de esta manera se sella la independencia de América por lo que recibe el título de Gran Mariscal de Ayacucho y general en jefe. En 1825, la asamblea convocada por Bolívar en Chuquisaca, proclama la República de Bolivia. El Gran Mariscal de Ayacucho se convierte en su primer Presidente en 1826 a los 30 años de edad. El 28 de abril de 1828 estalla un motín militar donde resulta herido, por lo que declina del mando, en su último mensaje al Congreso de Bolivia dirá “En el retiro de mi vida veré mis cicatrices, y nunca me arrepentiré de llevarlas, cuando me recuerden que para formar a Bolivia preferí el imperio de las leyes a ser el tirano o el verdugo que llevara una espada pendiente sobre la cabeza de los ciudadanos”. Se retira a la vida privada para reunirse en Quito con Mariana Carcelén, con quien se había casado. En 1830 preside el último Congreso de la Gran Colombia. Sucre sigue sirviendo al deseo de permanencia de la Gran Colombia y el nuevo presidente colombiano le encarga la misión de conseguir que, por lo menos, Ecuador siguiera formando parte de la Gran Colombia. Sucre se va hacia Quito, quien se encontraría además con su esposa y su hija. Pero los enemigos no pueden perdonarle su gloria, y no puede convertirse en el sucesor de Bolívar, y en una emboscada en las montañas de Berruecos murió asesinado el 4 de junio de 1830. El ejemplo de Sucre debería ser seguido por la juventud de éste país. Un hombre que logró las más importantes glorias y méritos a muy corta edad. Su empeño en servir y ser útil a la patria debe definitivamente insertarse en la memoria y corazón de los venezolanos, para que nos sirva como norte en la contribución diaria de hacer de Venezuela el país grande que queremos.
Francisco Cermeño Z.
Sec. de Organización de Suontraj Seccional Mérida
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