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15 noviembre 2012

La Rosita de Laureano

RUBÉN DE MAYO |  EL UNIVERSAL

jueves 15 de noviembre de 2012  12:00 AM

Hace poco escuché decir, a dos periodistas muy circunspectos, que era vergonzoso que en un país como Venezuela, con tantos problemas, toda la prensa tuviese en su página principal la noticia de que a Rosita, moza de muy buen ver que trabaja en el programa cómico: "A que te ríes", la había agarrado por fin la policía. Para estos dos caballeros de la comunicación social, las páginas principales de nuestros diarios debían tener por exclusiva noticia la delincuencia que azota al país.

A Rosita se le acusa de colaborar en la fuga de un preso de alta peligrosidad y de participar en una red de secuestro y prostitución, que la utilizaba a ella como apetitosa y suculenta carnada. Dada a la fuga, todos nos preguntábamos, sin mucha insistencia de los medios, por el paradero de esta bella mujer con vocecita de Heidi, envidiosos, tal vez, por su suerte: joven, bella, al margen de la ley, enamorada, famosa, aventurera, rica y viviendo una vida distante de la procesión de la rutina diaria del hombre de a pie.

Hubo un conocido humorista, Laureano Márquez,  quien, incluso, le dedicó un artículo a esta beldad criolla, aparecido como titular de un periódico, diciéndonos que éste era el País de Rosita, que ella era la esencia nacional y Uslar un simple accidente de nuestra historia, porque en Google mucha más gente la busca a ella que al intelectual y escritor Arturo Uslar Pietri.

Yo, al leer esto, no pude menos que entristecerme y recordar, con los ojos nublados por unas lágrimas que, del pudor, no se atrevían definitivamente a salir, que Lady Gaga, la cantante pop estadounidense, también tenía muchos más resultados de búsqueda que todos los escritores juntos estadounidenses de la generación perdida (Faulkner, Hemingway, Fitzgerald, Pound, etc.); y para mayor escándalo, Laureano, Lady Gaga también tenía más resultados de búsqueda que William Shakespeare, que aunque no sea estadounidense, es uno de los hombres más relevantes, si no el que más, de la lengua inglesa, esa que también usa en sus canciones Lady Gaga.

Así, con mis ojos todavía húmedos, se me ocurrió recordar los programas de farándula de la televisión española, y créanme que aquí me fui en llanto, porque no hay cosa más esperpéntica en el mundo que la televisión rosa española, en la cual se despelleja y, a la vez, se entroniza a cualquier personajillo que arbitrariamente ellos consideren buen alimento para la burla y el escarnio público.

Devastado por la tristeza, me dispuse entonces a pensar que esos dos países, Estados Unidos y España, aunque en crisis ambos, son países del denominado primer mundo, que pobreza la hay, como en todos los países, pero no miseria como la venezolana y me pregunté, entonces, si nosotros no teníamos derecho también, desde la miseria, a ser tan frívolos y superficiales como ellos.

La conclusión a la cual llegué, sintiéndome contento y satisfecho por seguir a Rosita por Twitter, es que sí tenemos derecho a lo frívolo y superficial. La frivolidad como el ocio son sinónimos de civilización y de goce epicúreo; y lo superficial es tan importante como la profundidad, tanto es así que ella, la superficie, se relaciona con la "forma", que en el arte, a decir de Nietzsche, lo es todo.

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En un país en el cual hay tantas muertes por homicidio no se puede hablar siempre de eso, para no hacerlo más rutina y tediosa costumbre, haciendo creer que esa sola es la realidad del venezolano, que no debe haber otra cosa sino esa realidad del delincuente y su víctima fatal, en un país ensangrentado en donde el único con humor sea el humorista profesional, chavista u opositor, porque hasta en esto estamos divididos: lo que causa risa de un lado, no causa risa en el otro, por hacerse a costa del otro.

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Reivindico entonces ese país de Rosita; reivindico la estulticia y la tontería humanas de las cuales somos plenamente partícipes, como lo hiciera Erasmo de Rotterdam en su Elogio a la locura, donde con abundantes y elocuentes pruebas nos hizo comprender que la estupidez (más que el humor) es absolutamente necesaria para vivir esta vida calamitosa y corta que todos disfrutamos y padecemos.

Hace unos 2.500 años Platón afirmaba, con pesar, que con las nuevas generaciones de griegos él no sabía a dónde íbamos a llegar. De seguro que con Rosita seguiremos, Laureano, como los demás han podido seguir sin un Shakespeare o Cervantes. Ese mundo místico de esencias colectivas, todas ellas elitescas, de las cuales hablas no existe, por fortuna. Y no sigo ya, voy a revisar el Twitter a ver si Rosita dejó algún mensaje.

@rubdariote 

rub_dario2002@yahoo.es