Por si hay dudas, hoy certificamos que el pueblo quiere un cambio. La
reciente elección de la directiva sindical de Ferrominera Orinoco
constituye una demostración de por dónde viene y hacía a dónde va la
cosa. Venezolanos, seguid el ejemplo que Guayana dio
TEODORO PETKOFF / FOTO CORTESÍA DIEGO MEINHARD
Para
quienes todavía dudan de las posibilidades de victoria de Henrique
Capriles Radonski, la reciente elección de la directiva sindical de
Ferrominera Orinoco constituye una demostración de por dónde van las
cosas. Conviene conocer sus particularidades.
La plancha vencedora, presidida por Rubén González, el hombre que estuvo 17 meses preso por encabezar una protesta de sus compañeros de trabajo, debió enfrentar un cuadro comparable, en el plano nacional, con las condiciones que el ventajismo oficial ha impuesto para favorecer a Chacumbele.
En el caso de la empresa del hierro, lo primero con lo que tuvieron que lidiar los ganadores fue con la incorporación chimba a la empresa de nada menos que 2.476 trabajadores innecesarios, "extras" para la operación Fraude, saltando la nómina de 3.224 a 5.700. La idea era que esta nueva masa habría de asegurar el triunfo de la plancha oficialista. Pero, como dice la vieja salsa: "Se ven las caras pero nunca el corazón".
Nadie sabe cómo votaron esos "nuevos" trabajadores, pero seguramente una porción de ellos no siguió la línea mercenaria y antisindical que le indicaron sus empleadores. La violencia estuvo siempre latente en esa campaña y hace un año se produjo un estallido de ella con el saldo de un trabajador fallecido y otro herido.
La plancha vencedora, presidida por Rubén González, el hombre que estuvo 17 meses preso por encabezar una protesta de sus compañeros de trabajo, debió enfrentar un cuadro comparable, en el plano nacional, con las condiciones que el ventajismo oficial ha impuesto para favorecer a Chacumbele.
En el caso de la empresa del hierro, lo primero con lo que tuvieron que lidiar los ganadores fue con la incorporación chimba a la empresa de nada menos que 2.476 trabajadores innecesarios, "extras" para la operación Fraude, saltando la nómina de 3.224 a 5.700. La idea era que esta nueva masa habría de asegurar el triunfo de la plancha oficialista. Pero, como dice la vieja salsa: "Se ven las caras pero nunca el corazón".
Nadie sabe cómo votaron esos "nuevos" trabajadores, pero seguramente una porción de ellos no siguió la línea mercenaria y antisindical que le indicaron sus empleadores. La violencia estuvo siempre latente en esa campaña y hace un año se produjo un estallido de ella con el saldo de un trabajador fallecido y otro herido.
Todo un año fue retrasada la elección,
desconociendo las autoridades una comisión electoral elegida en
asamblea, para lo cual se valieron del Minpopotrabajo, del CNE y de un
tribunal. Pero además, todo el aparato del estado en Guayana fue
colocado al servicio de la plancha oficialista.
El último acto de esta fue una caravana
presidida por el gobernador del Estado, general Rangel Gómez, por el
presidente de la empresa y unos treinta de los más altos gerentes, en
una grosera y burda maniobra de intimidación. Pues bien, ni estas ni
otras presiones ejercidas por gerentes obligados a hacerlo, impidieron
la victoria de la plancha presidida por Rubén González, llamada "Plancha
de la Unidad", que obtuvo 2.737 votos contra 2.461 de la plancha
oficialista o "patronal", como la calificó el reelegido presidente.
Este y sus compañeros vencieron al
ventajismo y al miedo. Ya lo habían hecho los trabajadores de Alcasa y
Carbonorca, donde las planchas unitarias derrotaron al oficialismo. Este
obtuvo apretadas victorias (50 y 60 votos de diferencia
respectivamente) en Bauxilum y Venalum, porque aquí tuvo un éxito
relativo el mecanismo de incorporar respectivamente 250 y 300
trabajadores "extras" poco antes de las elecciones. Aquí ganó el
ventajismo pero el miedo fue derrotado.
Los trabajadores de Guayana, que en sus
comienzos apoyaron tumultuosamente al gobierno chavista, vienen ya de
regreso. Lo de Guayana es apenas una muestra de lo que está ocurriendo
en el país. Lo que alguna vez fue una esperanza mayoritaria se está
disolviendo al calor del fracaso general. Es por eso que la figura de
Capriles ha levantado esa enorme emoción que lo acompaña por todas
partes. El país quiere votar para quitarse de encima esta mezcla
delirante de loqueras con arbitrariedades. Lo están demostrando los
trabajadores de Guayana.