El
30 de noviembre, la OPEP anunció un recorte de 1,2 millones de barriles
diarios (BD) de petróleo entre sus países miembros —una reducción de 4%
de producción de la OPEP— a partir de enero de 2017. Además, algunos
productores fuera de la OPEP contribuirían con reducciones por 600.000
BD, y particularmente Rusia recortaría 300.000 BD. Venezuela acordó
recortar 95.000 barriles al día su producción en el marco del acuerdo.
Un primer elemento a tomar en cuenta, es que el precio del petróleo
en el mercado internacional debe aumentar al menos 6 dólares por encima
del precio promedio actual de 34,21 dólares por bolívares de la canasta
venezolana para que los ingresos en divisas de PDVSA en 2017 sean
similares a los de 2016. En otras palabras, para compensar la
disminución en la producción por el recorte OPEP, el precio promedio del
año debe aumentar en al menos 6 dólares.
Según el presidente de PDVSA, Eulogio Del Pino, el acuerdo podría
lograr que los precios suban entre 10 y 15 dólares por encima del nivel
actual. ¿Cuánto podría aliviar las necesidad de divisas un incremento
del precio de esta magnitud? De lograrse este resultado, habría una
mejora en los ingresos a la caja de PDVSA con respecto a 2016 pero no
habrá una mejora sustantiva en los resultados económicos del país debido
a la precaria situación en la cual se encuentran variables claves.
Vale recordar que en 2015 y 2016 la República ha liquidado activos
para suplir parte de sus necesidades de importaciones y pagos de deuda, y
así compensar la merma en la entrega de divisas por parte de PDVSA. Es
notable el caso de las reservas internacionales, que han caído en 4.622
millones de dólares en lo que va de año. Para 2017 quedan pocos de estos
activos liquidables, particularmente las reservas internacionales se
encuentran en 11.748 millones de dólares al 30 de noviembre de 2016.
Mientras, los compromisos del país son más grandes, tal que solo en
deuda externa PDVSA y la República deben pagar respectivamente 6.800 y
3.000 millones de dólares en 2017. Y no hay que olvidar que la notable
caída de las importaciones en —una caída de 45% según nuestras
estimaciones— ha contribuido al deterioro y recesión en las actividades
económicas de este año. Se suma a todo lo anterior las caídas en la
producción de PDVSA como consecuencia de haber invertido
sistemáticamente por debajo de lo óptimo desde al menos 2014.
En estas condiciones, un aumento de 15 dólares en el precio promedio
del año sería equivalente a cerca de 7.000 millones de dólares
adicionales, que el Estado venezolano tendría que utilizar para permitir
que PDVSA invierta en recuperar y sostener producción, pagar deuda
externa y comercial, o mantener el nivel de importaciones. En ausencia
de suficientes activos liquidables y sin acceso al crédito
internacional, la nación no podrá cumplir con todo a la vez, incluso si
el barril lograra subir 15 dólares. Un aumento en esta magnitud sería un
alivio pero no sería suficiente para revertir los graves problemas de
funcionamiento de nuestra economía.
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Barbara Lira (@BSLira) es economista de ODH; Richard Obuchi (@RichardObuchi) es Director de ODH y profesor del Centro de Políticas Públicas del IESA