Publicado el 30 de ago de 2013 1:45 am
(Caracas, 30 de agosto. Noticias24) - Diseñadas solo para estancias cortas de 72 horas, estas pequeñas “jaulas”, ubicadas en una comisaría de El Salvador, albergan a más de treinta reclusos pertenecientes a las dos bandas más peligrosas del país.
En San Salvador, las dos principales pandillas son la Mara Salvatrucha y Barrio 18, enemigos a muerte.
En San Salvador, las dos principales pandillas son la Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18 (M18),
ambas fundadas en Los Ángeles, Estados Unidos, en la década de 1980 por
un grupo de inmigrantes, en su mayoría ilegales. Inicialmente
estuvieron integradas únicamente por desertores de la guerra civil de El
Salvador.
Durante casi dos décadas, el enfrentamiento entre ambas bandas ha sido a muerte.
En 2011, la tasa de homicidios en la población salvadoreña alcanzó su
punto máximo con 15 homicidios por día. El año pasado fue negociada una
tregua entre la MS-13 y M18, gracias a la intervención de líderes
religiosos y autoridades gubernamentales.
El objetivo principal del acuerdo fue detener el creciente número de
tiroteos y muertes entre los miembros más jóvenes de las pandillas.
Luego de la firma, los efectos fueron casi instantáneos y la tasa de
homicidios se redujo 52% en tan solo 15 meses, sin embargo, a principios de julio de este año, una nueva ola de homicidios dejó a 103 salvadoreños sin vida en solo una semana.
En un reportaje publicado por la revista “Vice”, un periodista describe el hacinamiento existente en el sistema penitenciario salvadoreño.
“Cada jaula está repleta por más de 30 cuerpos humanos. El M18 y la
MS-13 tienen sus propias celdas cada una, mientras que una tercera está
reservada para los delincuentes comunes. Las jaulas fueron construidas para estancias de 72 horas, pero algunos reos aseguran haber sido encarcelados hace más de un año”.
Comenta que “la mayor parte de sus días se gastan separando la ropa y usar el hilo para coser hamacas, donde duermen apilados uno encima del otro”.
Según el periodista, su visita causó gran molestia entre las
autoridades del país. “Mi situación fue muy comprometida. Incluso el
capitán (quien permitió su ingreso al recinto) me preguntó si podía
devolverle las fotos que había tomado de las jaulas. Me negué. Él entendió, pero me dijo que me fuera de inmediato antes de que el jefe de la oficina llegara. Dos horas después tomé un avión y regresé a Nueva York”, relató el periodista.
Con información de Vice