Fueron 20 horas entre un suceso y otro. Familiares y amigos de Jennifer Carolina Viera Finol, de 24 años de edad, apenas asimilaban el desenlace de la conflictiva relación con su esposo, el boxeador Edwin “el Inca” Valero, cuando se dio a conocer la noticia de que el pugilista se había suicidado la madrugada del 19 de abril de 2010, en la celda número 3 del comando de Policarabobo, donde estuvo detenido después que confesó que la había matado, la mañana del 18 de abril.
“Edwin era una representación de lo bueno y lo malo. Así como destacó como atleta uno de los mejores del mundo, la droga y el alcohol acabaron con él. Estaba hecho para alcanzar grandes cosas, pero perdió el rumbo con esos vicios; sin embargo, todo lo que pasó se pudo evitar”, expresó Edwar Valero, hermano del boxeador.
Este lunes se conmemoró el primer aniversario de la muerte de Viera y hoy se cumple el del pugilista. En el Hotel Intercontinental de Valencia, donde ocurrió el crimen, el personal actúa con naturalidad ante la inminente pregunta de si recuerdan lo que pasó, pero el hecho sólo forma parte de las tantas anécdotas que suceden en un hotel. La habitación 624 sigue disponible para cualquier huésped.
Rememorando una noche de excesos. “Él llegó alterado, belicoso, pidió la habitación, luego quiso cambiarla. Hizo que el personal de seguridad la revisara e insistía en que lo estaban siguiendo”, recordó un funcionario policial que participó en la investigación y revisó los videos del hotel.
En el acta policial que elaboraron los funcionarios del Cicpc de Valencia, en la subdelegación de Las Delicias, dice que a las 5:30 am del 18 de abril el personal de seguridad notificó que en el piso de la habitación 624 estaba el cadáver de Viera Finol. Presentó tres heridas en el cuello hechas con un arma que jamás fue hallada. En algunas partes de su cuerpo quedaban rastros de viejas lesiones provocadas por su esposo.
“Él bajó a lobby, tomó café y avisó que había matado a su esposa. Fue impresionante verlo tan sereno y nunca se opuso a ser detenido, pero tampoco habló más del asunto”, recordó el funcionario de la policía científica que participó en su aprehensión.
El nivel de intoxicación por alcohol y cocaína que tenía Valero en su organismo fue tal, que todos presumen que lo de la supuesta persecución fue producto de eso. En los videos analizados por el Cicpc Jennifer siempre apareció apacible e inalterable frente a las conductas del boxeador.
“Yo a mi hermano lo amaba, pero además lo admiraba como peleador, porque nadie pudo en un guanteo con él y pasará mucho tiempo antes de que el país tenga un deportista como Edwin y por eso pedimos que se le haga una estatua. Yo no sabía su problema con las drogas, pero si sabía que le encantaba tomar whisky. Lo de la droga lo tuvo escondido”, expresó.
Disputas legales. Hasta ahora, la familia Valero sólo tiene sospechas de los bienes que pudo haber dejado el boxeador, pues tanto antes como después de su muerte fue Segundo Lujano, su manager, el encargado de manejarlo todo.
El manejador de Valero falleció en un accidente de tránsito en febrero de este año. “Nosotros no sabemos nada de cuentas, de casas o carros, todo eso lo manejó Segundo siempre, y ahora que él está muerto, es imposible saberlo. Para eso contratamos un abogado que se encargará de averiguar”, indicó Valero.
Los niños del matrimonio Valero Viera están en manos de la familia de Jennifer, desde que los padres murieron. Sin embargo, el hermano del boxeador adelantó que sus padres están dispuestos a pelear la custodia, aún cuando están conscientes de que no será fácil justificar los antecedentes de violencia del boxeador hasta con su madre.
Persiste la sospecha de homicidio. A pesar de que el Ministerio Público determinó que la muerte del Inca Valero fue un suicidio, como consecuencia de la fractura de la tráquea y el hioide provocado por el pantalón del boxeador, su familia insiste en que pudo haberse tratado de un homicidio.
“Mi papá vino de Mérida hace días e intentó hablar con la fiscal general, porque nadie sabe nada de la exhumación. Tal vez lo quieren callar porque pudo haber descubierto que a Edwin lo mataron, tal vez por razones políticas o quién sabe, pero pedimos que nos aclaren qué le pasó a mi hermano”, expresó Edward Valero.
El comandante general de Policarabobo, Pedro Granadillo, aseguró que a ese sector del comando no entró absolutamente nadie.
“Cuando él llegó tomamos todas las previsiones posibles para garantizar su seguridad. Lo pusimos solo en la celda y esa decisión fue apoyada por su manager, quien cuando llegó al mediodía dijo que era mejor dejarlo así”, relató.
El testimonio de otros detenidos que estaban en la celda contigua a la de Valero indica que la alerta fue dada a la 1:00 am del 19 de abril cuando sintieron el pataleo del boxeador, quien ató las piernas de su pantalón y las guindó de una media pared que dividía el área del sanitario de la celda.
“Uno de los detenidos llamó al funcionario de la guardia para que revisara y cuando lograron abrir la reja era tarde y ya el Inca se había fracturado la tráquea, por lo tanto no pasaba aire a sus pulmones”, dijo Granadillos
Por Thabata Molina / El Nacional