"Este es un Gobierno que habla con la izquierda, pero que conduce al Estado con la derecha"
SUHELIS TEJERO PUNTES | EL UNIVERSAL
domingo 2
Carlos Navarro fue uno de los actores laborales que más destacó en la Comisión Tripartita que se desarrolló durante la segunda presidencia de Rafael Caldera. Entre 1995 y el año 2000 fue secretario general de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), haciendo llave con el entonces presidente de la central sindical, Federico Ramírez León.
Tras un quinquenio bastante activo, Navarro bajó su perfil. Desde entonces preside la Alianza Sindical Independiente (ASI), una de las organizaciones que se encarga de alimentar los casos de violaciones sindicales y laborales que cursan ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
El dirigente comienza por decir que un gobierno que no se reúne con los trabajadores difícilmente puede ser capaz de implantar planes que propicien el trabajo decente.
"Hay una visión militar del movimiento sindical y, en consecuencia, no hay posibilidad para el diálogo social y tripartito, lo que impide que se desarrollen planes para propiciar el trabajo digno y decente".
-¿Cuál es el balance que hace sobre la situación laboral venezolana?
-Cuando hablamos de trabajo digno, hablamos del respeto a los derechos y ya por ahí tenemos un problema. Después de Cuba y Haití, Venezuela es el país que más viola los derechos centrales como la libertad sindical, la contratación colectiva y el derecho a la huelga. El Gobierno del Presidente (Hugo) Chávez tiene un discurso redondo bien llamativo, es un plato bien colorido que se come en cualquier parte del mundo que es un discurso contra los yankees, a favor de los trabajadores, en contra de las multinacionales, que habla de equidad.
Ese plato bien servido comenzó a delatarse cuando el Presidente comenzó a atacar los derechos de los trabajadores. Ni Chávez, ni la ministra del Trabajo, ni su Gobierno saben lo que significa a nivel global ir contra los derechos sindicales y violar los convenios internacionales de la Organización Internacional del Trabajo. Cuando eso lo hace un gobierno, el plato bonito y lleno de colores pasa a ser un adefesio.
-Pero el Presidente Chávez asegura que su gobierno es obrerista...
-La tercerización, por ejemplo, es un veneno del neoliberalismo. Sin embargo, hoy el gobierno que más utiliza la tercerización para cercenar los derechos colectivos y para aniquilar a las organizaciones sindicales en toda América Latina, y cuidado si no a nivel global, es el de Venezuela. Vaya y pregunte cuántos subcontratados hay en la Defensoría del Pueblo, en la casa donde los derechos deben ser el valor fundamental en la aplicación de las políticas públicas. Casi la mitad está subcontratado, por lo cual no permiten sindicatos, no tienen prestaciones y, en algunos casos, no tienen antigüedad ni seguro médico y, además, los pueden despedir cuando quieran porque están contratados. Pero este escenario se consigue en términos generales.
Esa soga en el cuello, que utilizan los gobiernos más totalitarios y los que ignoran y cercenan los derechos colectivos, es la principal arma que tiene el Gobierno en la administración pública para controlar a sus funcionarios.
- ¿Como se conjuga esa situación con la voluntad del Gobierno de eliminar la tercerización laboral?
-El Presidente Chávez dijo que en Sidor no habrían más tercerizados. Eso fue hace dos años y medio. Vaya a ver qué ha pasado en Guayana. Por eso digo que este es un Gobierno que habla con la izquierda, pero que conduce al Estado con la derecha.
Hay una forma autoritaria, excluyente, dogmática de conducir el tema económico en el país porque el Gobierno no ha aprendido que solo no genera empleos. Lo único que se ha logrado es ocupación, no empleo, que además es una ocupación mala.
- ¿A qué cree que se deba que ya no se propongan planes de empleo?
- El tema del empleo para el Gobierno es como un campeonato de beisbol o de fútbol, es un tema coyuntural. No hay posibilidades de construir empleos o respeto a los derechos con un gobierno que no dialoga con los trabajadores.
Por eso es que el Gobierno sintió por primera lo que se está construyendo en la calle cuando a un tribunal se le ocurrió sentenciar a más de 7 años a Rubén González (secretario general de Sintraferrominera), por exigir la discusión del contrato colectivo. En 24 horas el país trabajador se estaba levantando y, cuando el gobierno lo supo, puso a Rubén González en la calle. Que no se equivoque el Gobierno con los trabajadores. Si en 12 años, con todo su poder, con toda su represión, no ha podido enterrar al movimiento sindical organizado de este país, ya no lo podrá hacer.
7 de marzo de 2011 12:00 AM