El final de la huelga de funcionarios de Justicia da pie a diversos comentarios en los medios de comunicación.
En cuanto a Mariano Fernández Bermejo, sostiene el editorial de El Mundo que "lo que ha quedado en evidencia en estos meses es la incoherencia y la incapacidad del ministro de Justicia. Fernández Bermejo se negó a acudir a las negociaciones hasta el pasado sábado y ninguneó a los trabajadores con una actitud amenazante. Tras ser desautorizado por la vicepresidenta, que le ordenó poner fin al conflicto, se dignó a sentarse con los funcionarios y, por primera vez, negoció en serio hasta lograr ese preacuerdo que podría haberse alcanzado mucho antes de no ser por la chulería del ministro. Retomando sus palabras, él es «el vencido» y los funcionarios, «los vencedores»".
José Enrique Rosendo afirma en Libertaddigital.com que "ni Bermejo ni sus antecesores han hecho demasiado por mejorar la administración de Justicia. Los expedientes se acumulan en legajos ajados que recuerdan la burocracia soporífera de siglos pretéritos. Los trámites duran una eternidad y cualquier litigio duerme al menos un lustro antes de que se produzca la primera sentencia".
Para Alfredo Abián, subdirector de La Vanguardia, "España suma en las últimas semanas una situación judicial sin parangón que haría palidecer al pobre Montesquieu... Pero nuestro verdadero problema es haber convertido el sistema judicial en una suma de ruinas ante las que los ministros de turno se limitan a intentar ser tan adustos como el cochero de Drácula".
Y Carmen Gurruchaga titula su artículo en La Razón "La Justicia, un escándalo" porque "durante años, los responsables políticos y líderes de opinión han minimizado la situación real de la Justicia en España a la hora de valorarla. Así, la frase «la Justicia en España es un cachondeo», pronunciada en su día por el ex alcalde de Jerez, Pedro Pacheco, ante una sentencia disparatada, fue severamente criticada en todas las instancias por las consecuencias que la misma podía tener sobre la consideración de la Justicia entre la ciudadanía. Pues bien, hoy ese calificativo queda corto y además de cachondeo se puede calificar de auténtico escándalo por las notables deficiencias que muestra en retrasos injustificados, decisiones ininteligibles, inacción, desidia y un largo etcétera".
Fuente: STAJ CANTABRIA