La “prostitución de lujo”, también conocida como el negocio de
las “damas de compañía VIP”, es un secreto a voces que retumba en las
paredes de varias prestigiosas universidades venezolanas.
Si bien es una actividad ilegal en la nación sudamericana, la misma
ha encontrado diversos senderos para extender sus tentáculos hasta los
recintos universitarios, que sirven de terreno fértil para esa práctica
ejercida por muchachas bellas, esbeltas, bien formadas y de cuerpos
atléticos. Ellas son el reflejo de una sociedad que lucha por sobrevivir
a toda costa.
Diario Las Américas consiguió el testimonio de una de las protagonistas de lo que se ha convertido en un “empleo” habitual para muchas jóvenes.
Una historia que contar
Una chica de 22 años accedió a compartir su historia, siempre y cuando mantuviéramos su identidad en el más absoluto secreto.
“Es fácil juzgar y criticar a las mujeres que hacemos esto, pero nadie sabe lo que pasamos”. Con
estas palabras comenzó una interesante conversación que abrió las
puertas a la cruda realidad en la que viven decenas de jóvenes
universitarias. No tenía dinero. Un día conocí a una compañera de clases
que lo hacía. Le di mi currículo y le pedí que me ayudara a conseguir
un empleo, porque quería seguir estudiando. Yo trabajaba en una tienda
en el centro de Caracas y muchas personas me decían que entrara al Miss
Venezuela. Claro, yo no tenía dinero ni siquiera para comprar ropa”,
relató.
Durante la entrevista telefónica era palpable el nerviosismo
de la joven quien, a pesar de ello, hizo un revelador relato de su vida
como prostituta.
“Honestamente quería llegar a ser alguien. Lo que ganaba en la tienda
no me alcanzaba para pagar mi universidad y para colmo mis padres se
separaron. Perdí la ayuda que me daba mi papá y tuve que tomar medidas.
Cuando entré al segundo semestre, una amiga me dijo que podía ayudarme a
conseguir dinero los fines de semana, pero que tenía que entrenarme. Yo
solo tenía 19 años. Allí comencé a saber lo que era este mundo y lo
duro que puede llegar a ser”.
Tras una pausa, pero se mostró decidida a proseguir con la conversación.
“Mi amiga me contactó con una mujer, la más bella que he visto. Esa señora me habló claro y me dijo que trabajaría como ‘puta de lujo’.
Francamente sólo quería saber cómo cuanto ganaría. Me dijo que entre
5.000 y 10.000 bolívares por un fin de semana y que los clientes eran ‘chivos pesados’”.
A la pregunta de que había sentido durante su primera experiencia,
respondió: “Miedo. Pero los clientes son bien escogidos y casi siempre
te contratan los mismos. Cuando recibí mi primer pago fue una ‘nota’
(alegría). Gané 10.000 bolívares por un fin de semana”.
Reconoció que en parte la situación del país la llevó a eso.
“En parte. Bueno, en realidad sí. Aquí el sueldo minino no alcanza
para nada y yo quería vivir con más comodidades. Llevo haciendo esto
hace unos tres años. No soy bruta, me se administrar. En tres años he
comprado casa, carro y viajo cuando quiero y a donde quiero. Vamos a
estar claras. ¿En qué empleo yo ganaría en promedio 55.000 bolívares al mes?”
Explicó que sus clientes son hombres, la mayoría políticos y sus hijos, “‘carajos’ con plata, más de la que te puedas imaginar. Nos contratan para todo tipo de festejos. No te diré quiénes son, pero son poderosos”.
Sin arrepentimiento
A pesar de ser estudiante universitaria, no se siente arrepentida de
lo que hace. “Antes de comenzar en este negocio yo no tenía nada. Pasaba
muchas necesidades y siempre vivía ‘alcanzada’ (con el mínimo). Ahora
viajo a todas partes. Mis clientes me dan obsequios lujosos. Tengo la
mejor ropa y pago puntualmente mi universidad”.
Amplió que ante la situación que vive el país, tener dinero se ha convertido prácticamente en el objetivo de la vida.
“Aquí si no tienes plata no consigues comida, medicamentos; nada.
Quiero que quede claro que no justifico la prostitución. Para mí lo que
hago no es prostitución, es sobrevivir, y punto”.
Ante la interrogante de que si abandonaría la prostitución una vez que se graduara, afirmó: “no
creo que ejerciendo mi carrera cobre en un mes lo que gano en un fin de
semana. Del resto no vale la pena. Estoy acostumbrada a un estilo de
vida que mi carrera jamás me proporcionará.
¡Por supuesto que es un negocio lucrativo! Nadie gana lo que yo gano.
En este país hay que resolver. Yo resolví y punto. Además, esta
situación del país no va a cambiar”.
Sus declaraciones subrayan la gravedad de la crisis por la que
atraviesa el país. Al igual que esta joven estudiante venezolana,
existen cientos de historias parecidas que jamás serán contadas. La
crisis económica en la “nación socialista” de la “revolución
bolivariana”, al final ha creado una generación de prostitutas que,
irónicamente, estudian e las más prestigiosas universidades del país.
hperez@diariolasamericas.com / @Helaynita