El gobierno de Nicolás Maduro tampoco goza de buenas
referencias en el concierto global de naciones agrupadas en la OIT,
organismo tripartito integrado por representantes de gobiernos,
empleadores y trabajadores. En esta oportunidad de la 103ª Asamblea
Anual, Venezuela ha sido incluida en la lista de 25 países violadores de
las normas y acuerdos laborales firmados por los diferentes Estados del
mundo desde que se creara este organismo en 1919.
La inclusión de
gobiernos en esta lista es una raya para su imagen, y contraviene en
nuestro caso la propaganda oficialista que anuncia el disfrute de un
gobierno dirigido por un presidente obrero y un paraíso terrenal
denominado socialismo del siglo XXI, a pesar de contar con indicadores
socioeconómicos característicos de la pobreza generalizada en el país.
En
materia laboral, el año 2014 comenzó muy mal para el actual gobierno.
Con la visita de la misión de alto nivel de la OIT el pasado mes de
enero se evidenció la violación en Venezuela de numerosos convenios,
entre ellos, el 87 de libertad sindical, el 98 de contratación
colectiva, el 111 de discriminación política, el 26 sobre el salario
mínimo, el 144 de diálogo social. La delegación internacional visitante,
integrada por representantes de trabajadores y empresarios, pudo
recibir información veraz de las denuncias formuladas por ambos sectores
y, al mismo tiempo, pudo percatarse del intento gubernamental de
teledirigir sus reuniones, en su afán de preservar la imagen de un
gobierno respetuoso del diálogo social.
Intención trastocada en la
reunión de marzo 2014 del Consejo de Administración de la OIT en
Ginebra, instancia donde se presentara el informe la misión de alto
nivel que nos visitara en enero, cuyo contenido evidenció, por una
parte, las violaciones gubernamentales, la necesidad urgente de diálogo
socio-laboral en nuestro país, y, al mismo tiempo, la actitud prepotente
del Ministerio del Trabajo al descalificar las resoluciones de la
instancia de restablecimiento de un clima de respeto de los convenios
internacionales.
Ahora bien, no es de extrañar la posición
oficialista cuando en foro laboral reciente el ministro del Trabajo
manifestó: “El movimiento sindical ha terminado siendo un mercader de la
fuerza de trabajo, que discute si se gana más o menos dinero olvidando
nuestra condición humana”. Habría que preguntarle al funcionario del
Mintra cómo se logra la condición humana si no es a través de la
consecución de un trabajo digno y bien remunerado, y del papel
desempeñado históricamente por los sindicatos a escala mundial.
Coincidente
esto con la exigencia de la Comisión de Expertos en Normas de la OIT al
solicitarle al gobierno “que tenga a bien precisar los medios que se
propone aplicar con el fin de garantizar el pleno respeto de la
obligación de consultar en un plano de igualdad con las organizaciones
de empleadores y de trabajadores durante la toma de decisiones relativas
a los salarios mínimos”. Más aún en un país donde existen cuatro tipos
de cambio del dólar que empobrecen aún más a la población.
*Movimiento Laborista