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23 agosto 2012

Trabajadores impusieron su agenda a Chávez en visita electoral a Guayana

Jueves, 23 de Agosto de 2012

A1Chavez

El presidente-candidato demostró el poderío del “excremento del diablo”, -en palabras del fundador de la OPEP, Juan Pablo Pérez Alfonzo. Foto Carlos León

Los reclamos laborales obligaron a Hugo Chávez a torcer el guión en su visita de cuatro días a la región guayanesa. Incluso trabajadores “leales” al Presidente de la República y a la “revolución”, cuando tuvieron la oportunidad de oro no la desperdiciaron, y ante un descolocado jefe de Estado expusieron sus reclamos con una abundante dosis de contundencia. A la espera, cuasi al garete del limbo, quedó la discusión de los contratos colectivos.

Oferta del Petrorinoco
El presidente Hugo Chávez considera viable que los trabajadores de las empresas básicas, con quienes el Estado mantiene una gigantesca deuda, accedan a los bonos Petrorinoco como opción de pago.


Accionistas B en blanco
El mandatario nacional no dio luces acerca del reembolso de los accionistas “Clase B” de Sidor. Lanzó la pelota al presidente de la CVG (Rafael Gil Barrios).

Ramsés Ulises Siverio
rsiverio@correodelcaroni.com
Foto William Urdaneta

A3ACTO

El mandatario nacional se encontró con la realidad laboral de la entidad

Sábado 18 de agosto de 2012. Hugo Chávez visita Ciudad Guayana en calidad de candidato. Su acto proselitista, permeado de su rol de jefe de Estado, asoma tangencialmente el tema laboral entre anuncios y promesas a largo plazo.

Dijo a los trabajadores: “¿Que hay problemas en las empresas básicas? ¡Claro que hay problemas!, ¿pero ustedes creen que la burguesía va a venir a solucionarlos?”. Al menos mencionó el tema, pero nunca con respuestas claras. Nunca con respuesta a los miles de trabajadores que durante años se han mantenido firmes al momento de exigir sus derechos laborales.

Durante su inspección del complejo habitacional Terrazas del Aluminio, en la parroquia Unare, el tema de la vivienda fue columna vertebral, aunque el regente de Miraflores no dejaba de asomar su preocupación por la situación del parque industrial guayanés.

Su centro de atención siempre fue la Siderúrgica del Orinoco (Sidor) Alfredo Maneiro, a la cual se refirió en un par de ocasiones, a pesar de que el holding manejado por la CVG incluye empresas que van desde los sectores aluminio y el briquetero hasta el renglón aurífero.

Recordó la tranca de los tercerizados a principios de agosto para exigir su inclusión en la nómina fija de la empresa; trabajadores con los que tuvo que negociar para pedirles un cese en la protesta. “Ya hemos incluido a una parte (de los tercerizados). Falta la otra parte, pero para eso les pido paciencia”.

Siguió anclado en el tema y la compañía al ofrecer soluciones a los trabajadores a destajo. Les propuso a los amarradores la creación de empresas manejadas por ellos mismos, que converjan en una empresa de puertos a la que bautizó como “Puertos del Orinoco”. Fue solo una idea, pues su concreción aún no trasciende del verbo del mandatario.

Estos solo fueron los asomos del tema. La reunión con los empleados, horas después este mismo lunes, sería el plato central.

Acorralado

La firma de los acuerdos y el respaldo de los trabajadores eran los puntos principales del libreto, pero la realidad laboral de Guayana se impuso sobre el brazo ejecutor del gobierno, que se vio obligado a pronunciarse ante el clamor de los trabajadores que exigían cuentas claras en lugar de promesas.

Chávez quedó acorralado. La realidad que tenía en frente iba más allá de su discurso: encontró en el colectivo sidorista la contundencia de un movimiento que a pesar de sus divisiones “revolucionarias” fue capaz de reivindicar la esencia de la lucha laboral.

Sin ánimos de ofender. Sin tono de deslealtad. Sin ninguna otra pretensión que la llamada justicia social, los dirigentes sindicales exigieron no solo la discusión del contrato colectivo, sino la compensación por su retraso, la reincorporación de Tavsa a Sidor, una “jubilación digna” y la reactivación de la construcción de la nueva fábrica de tubos.

El Presidente no tuvo más opción que ceder. Ceder ante la presión de los trabajadores, ante sus exigencias. Ante un colectivo que no titubeó para exponer la realidad laboral de Guayana.

La prueba fue más que obvia: decirle a los trabajadores que el pago de sus intereses de prestaciones era “algo que él les estaba dando” no solo demostró el desconocimiento del Presidente en materia contractual, sino sus dudas sobre la verdadera situación de la acería.

Pero hablar del contrato colectivo de Sidor era hablar de todos los contratos. Era cuestión de tiempo esperar las palabras del jaque, aunque hasta ahora no haya mayores detalles sobre la orden del “comandante”: “Comiencen a discutir los contratos colectivos en todas las empresas básicas de Guayana”.

Más sorpresas

No hay duda de que el tema laboral fue convirtiéndose en el eje central de la visita de Hugo Chávez, que se vio obligado a quitarse el traje de candidato para asumir el de presidente. Era esa la figura que el guayanés quería ver: la del gerente último capaz de dar respuesta a sus requerimientos, más que el candidato que proyecta planes de desarrollo que van más allá del próximo sexenio.

La guinda del pastel vendría el martes, cuando anunció el pago de los pasivos laborales a los trabajadores del sector público a través de Petrobonos.

Llama la atención que el “presidente-candidato”, en pleno año electoral, con “la producción petrolera hacia arriba”, conociendo la necesidad de discusión de los contratos colectivos en Guayana y la desinversión en las empresas básicas, no haya aprovechado la oportunidad para capitalizar políticamente este hecho con la generosidad que le permite la cartera del Estado.

Hizo todo lo contrario. Se mostró esquivo con el tema contractual. Apenas si asomó que el vicepresidente Elías Jaua está ayudando a planificar un cronograma de discusión por empresa, pero nada más allá de eso.

¿Por qué un Estado con altos márgenes de rentabilidad petrolera no aborda la discusión de contratos? ¿Por qué Chávez no aprovecha este hecho para capitalizarlo políticamente, más aún en un año electoral? ¿Por qué tanta reticencia sobre este respecto? Sin duda son preguntas que el propio mandatario debe contestar… antes que las respuestas se traduzcan en votos en su contra.