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15 enero 2014

Esperando a Godot

Este es uno de los legados del fallecido: Le dijo a la Nación que "Una persona con hambre no comete delito si atraca un banco"
CARLOS J. SOUCRE
 




En lo que aquí diremos se advertirá un derrotismo, una esterilidad, un estado de ánimo que no apunta hacia una realidad objetiva, un síntoma que podría aislarse digo yo, porque sólo a mi persona incomoda. Es una dolencia del espíritu -admito que debió ser mejor conducida-.


Pero es que las salidas normales nos parecen agotadas. El fraudulento CNE las elimina, y al lado de esto, una postración un pueblo "echado" a la buena de Dios.

Debo negar lo de derrotismo aunque sea diciendo que nunca hemos sido combatientes, y por lo mismo nunca hemos sido derrotados. En fin, lo nuestro es una falta de fe en el destino del país.

Es un escepticismo (morboso, si usted quiere, señor lector), un "sol negro", contagioso, que hemos respirado hace poco desde un poema de Gérard de Nerval, aunque sea mi sol apenas un guijarro también de luz fosca el que alumbra a este año que se asoma.

Vemos que la gente pronuncia el lugar común ese de "feliz año", como si no estuviesen diciendo nada, de manera inerte, descreída e insensible, y una paradójica Navidad triste que en muchos rostros se podía notar.

Y esa noción del tiempo que transcurre en los almanaques y en los relojes, esa tonta cronología, (que no la temporalidad) que planta allí un hito o una solución de continuidad.

Se está como si nada aconteciera en el país, sería necesario entonces romper todos los relojes, aquí el tiempo no pasa ni pasa nada, "el tiempo está muerto mientras es marcado por ruedecillas; sólo cuando el reloj se detiene puede surgir el tiempo a la vida" (William Faulkner).

El sonido y la furia. Sí, cuando algo aquí se rompa, se haga trizas de todo esto y de lo que somos en este momento desdichado: momias donde el tiempo no transcurre.
Nada se oye sino las mismas palabras, palabras muertas y el mismo necio que dice librarnos de la necedad y el mismo opresor, el muy truhán que hasta sin existir, sigue diciendo que estamos librados de la opresión.

Pareciera que mereciese estar todo esto sumido en el mismo saco roto, el país es conducido con "paz", aguas abajo, aguas podridas, y se dice y que con "amor" y con "patria"; ni siquiera con la serenidad, ¡ni con la dignidad! con que deseaban conducir este entierro.

Lo conducen con la mayor desvergüenza. Y ese advenedizo, ese hablachento que nos habla de paz, una paz maloliente, esa de las fosas o de los sepulcros, y de seres que le siguen detrás, inertes y, que se mueven por el mismo motivo que las uñas de los cadáveres continúan creciendo.

Pareciera que todo esto, hasta lo más depravado nos fuese permitido o nos fuese merecido y nos fuese respetado. En fin, como aquellos desdichados personajes del título que nada esperan al tiempo que no se permiten el menor movimiento, ¿por qué? Pues, porque esperan, así de idiotas.

NOTA. Este es uno de los legados del fallecido: Le dijo a la Nación que "Una persona con hambre no comete delito si atraca un banco".

Esto lo oyeron los miles de atracadores y asesinos casi dueños del país.