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10 junio 2013

La conexión del Chapo

El piloto del Chapo Guzmán aterrizaba en Maiquetía, vivía en La Lagunita y sacaba aviones en las narices de Casa Militar. Su nombre es clave en uno de los casos que EEUU le imputa a Makled. Por Joseph Poliszuk

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EL UNIVERSAL
domingo 9 de junio de 2013  12:00 AM

A Luis Jiménez Alfaro pareciera que se lo tragó la tierra. La última vez que lo vieron fue en abril de 2006 caminando tranquilo por el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía. En esos días, más de 5 toneladas de cocaína llegaron a México en un avión que salió de Venezuela y su nombre quedó como una pieza perdida en el rompecabezas de uno de los envíos de droga más grandes que se han visto en todo el hemisferio.

De Jiménez no hubo más que unas pocas referencias: que era piloto, que frecuentaba Maiquetía y que no pasaba desapercibido por su acento mexicano y un Rolex de oro que brillaba en su muñeca. Hasta ahora no hay más y, en efecto, las autoridades nunca lo encontrarán con ese nombre porque corresponde con una de las falsas identidades que adoptó Fernando Blengio, mejor conocido como uno de los pilotos de confianza de nada más y nada menos que Joaquín Guzmán Loera, alias el Chapo Guzmán, el narcotraficante más buscado de México.

Blengio anduvo por Venezuela en varias oportunidades. Venía en viajes de trabajo, tenía domicilio en un apartamento de la urbanización La Lagunita de Caracas -según él mismo contaba- y entre 2005 y 2006 aterrizaba y despegaba aviones del aeropuerto más importante del país. Incluso en la rampa 7 del terminal auxiliar, donde tuvo que pasar en las narices de Casa Militar para poder maniobrar a unos pocos metros de la famosa rampa 4 que funciona como el hangar presidencial.

La última vez que lo vieron por aquí fue la tarde del 5 de abril de 2006 en el terminal auxiliar del aeropuerto. Andaba formalizando trámites y esperando a unos pilotos que volaban de La Florida hasta Maiquetía, para entregarle el mismo avión que una semana después apareció en el sur de México con 128 maletas repletas de cocaína y una serie de escándalos, que se prolongaron cuando Estados Unidos imputó a Walid Makled por esa misma operación.

Sin los cabecillas

Lo que la prensa norteamericana llama el caso del avión "Cocaine one" teje una madeja de redes que llegan hasta el mismísimo Cartel de Sinaloa, el más grande de todo México. Si bien la justicia venezolana ignora esos detalles, ya no hay forma de ocultarlo.

Los peces gordos no figuran en ninguno de los 22 tomos del expediente. Aunque apartados en el archivo del Palacio de Justicia del Estado Vargas, reservados a lo largo de los últimos siete años y guardados en estricta confidencialidad, cuando por fin se pueden ver en sus páginas no hay luces que conduzcan a los cabecillas. Y aun estarían bien tapados si no fuera porque el estado mexicano acaba de desclasificar varias actas del caso mediante una solicitud, que se formalizó para este trabajo periodístico.

De acuerdo con el Juzgado Quinto en Materia de Procesos Penales Federales del Estado de México, el Raúl Jiménez Alfaro que en Venezuela figura como el mexicano del avión "Cocaine one" era el propio Fernando Blengio, mejor conocido como "El Rey", "El Capitán" y, más aun, como uno de los pilotos del Chapo Guzmán.

En México, otros reclusos terminaron identificándolo con su seudónimo cuando los sentaron en el banquillo de los acusados con la foto del personaje enfrente. Así quedó establecido en el fallo que el tribunal mexicano dictó el 23 de junio de 2009: "De la declaración de Albino Quintero Meraz se desprende que reconoció (... ) la participación como piloto de Fernando Blengio y de la declaración ministerial de Máximo Vizcarra Ruíz se obtiene que Fernando Blengio se hacía llamar Raúl Jiménez Alfaro".

Es una información que consta en la causa penal 26/2006 de la Procuraduría General de la República mexicana y cuyos detalles se conocen ahora, gracias a unos documentos que salieron a la luz pública luego de un proceso legal, que en México permite a periodistas y ciudadanos solicitar información reservada a través de su ley de acceso a la información.

En esta historia siempre ha habido hermetismo. El Ministerio Público de México terminó de publicar las sentencias sobre el caso tras un año de apelaciones, que se formalizaron ante su Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos. En Venezuela, mientras tanto, nadie responde quién estaba detrás del trasiego de droga más grande que recuerdan en los aeropuertos de esta parte del mundo.

Las autoridades mexicanas resolvieron que se trataba de una operación del Cartel de Sinaloa para trasladar droga procedente de Colombia. En Estados Unidos, por su parte, se disputaron la extradición de Makled luego de señalarlo como responsable del caso y, ajena a esa información, la justicia venezolana continua un proceso en el que no hay más que tres trabajadores del aeropuerto imputados.

Reabren el juicio

El 11 de abril de 2006 aterrizó en la Ciudad del Carmen, México, un avión modelo DC-9 en el que se encontraron 5,5 toneladas de cocaína repartidas en 128 maletas negras que -a falta de pasajeros- viajaban hasta en primera clase. La aeronave, de siglas N900SA, originalmente iba a la ciudad de Toluca pero en el camino reportó una emergencia que empezó a levantar sospechas de las autoridades aeroportuarias.

El mismo avión ya había despegado dos veces de Maiquetía antes de su último vuelo, unos supuestos desperfectos lo obligaron a volver siempre al mismo lugar. "Teniendo hasta 10 minutos de vuelo pudo ir a otro aeropuerto, pero para ese avión era de imperiosa necesidad volver a este porque era donde tenía garantizada la no revisión de la aeronave", argumentaron los fiscales del caso en su acusación, y lo siguen machacando ahora que el Tribunal Supremo de Justicia ordenó reiniciar el juicio que se sigue contra los únicos tres imputados: una gerente y dos de los obreros que estaban de guardia en la empresa que facilitó la logística del vuelo.

Siete años después el proceso judicial está por comenzar de cero. Los fiscales encargados no se conformaron con las dos sentencias absolutorias que no encontraron elementos para condenar a los imputados y el pasado 11 de diciembre finalmente consiguieron que el caso volviera al Juzgado Primero del Circuito Judicial de Vargas.

Ya se sabe, sin embargo, que los peces gordos no aparecen por ninguna parte del expediente. Esta vez la única novedad será la comparecencia del venezolano Carmelo Vásquez que, según declararon los testigos del juicio, en 2006 acompañó al piloto del Chapo Guzmán a formalizar los trámites del avión "Cocaine one".

El escapista criollo

Comparado hasta con Houdini, el más famoso de los escapistas de la historia, Vásquez dejó de ser un anónimo cuando logró burlar a las autoridades que lo perseguían en no uno ni dos sino tres países tan diversos como Estados Unidos, Guinea-Bissau y el propio México, donde lo han solicitado por el mismo caso de las ya célebres 128 maletas de cocaína.

Uno de los dos pilotos que estaban al frente de la aeronave desapareció apenas pisó tierra. A Vásquez lo han solicitado hasta en Interpol para que, entre otras cosas, confiese si era el que acompañaba a su hermano Miguel Vásquez, quien sí fue detenido en flagrancia y condenado -según el fallo de la justicia mexicana- a 32 años y seis meses de prisión.

Ahora que Carmelo Vásquez está preso en el país, su testimonio puede ser importante para que ayude a explicar lo que pasó el día que un avión procedente de Venezuela apareció en el sur de México con 5,5 toneladas de cocaína.

Las célebres maletas dan cuenta de equipajes de casi 43 kilos, lo que viola las normas de cualquier aerolínea comercial. ¿Cómo habrán subido semejantes bultos? Como el Gobierno, en los tribunales de Vargas nadie garantiza que esa droga haya salido de Venezuela. Pero también guardan silencio cuando cualquiera les pregunta qué juez va a dar una sentencia que reconozca carteles como el de Sinaloa aterrizando y despegando por el aeropuerto más grande del país.

Más aún en la rampa número 7 de Maiquetía, situada a escasos metros de una garita de la Guardia Nacional, así como del terminal que la Misión Milagro reserva a la delegación cubana y, más cerca aún, de la famosa rampa 4 donde se encuentra el hangar presidencial.

Mucho gusto, soy Luis Fernando

Según consta en el expediente, los permisos y formularios de este vuelo fueron llenados a mano y con datos de una tripulación que no coincide con el nombre del único piloto que capturaron en México. Ni siquiera hoy se ven rastros de la salida de Miguel Vásquez en el registro actualizado del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime).

Entre tantas irregularidades, ese día dos oficiales de la Guardia Nacional se tomaron la tarea de dirigir el despegue del avión. Uno de los encargados de señalizar la pista declaró que al llegar se dio cuenta que miembros de la Fuerza Armada Nacional lo habían sustituido. "Notifiqué (... ) que el avión lo habían parqueado otras personas, que eso era muy extraño porque ese es mi trabajo", dijo en uno de los testimonios que reposan en el expediente WJ01-P-2009-001821 de los tribunales de Vargas.

Esos militares no fueron investigados como tampoco Raúl Jiménez Alfaro, el tipo que iba y venía por Maiquetía con acento mexicano y un Rolex de oro amarrado a su muñeca con una correa de cuero. Las autoridades nacionales igual lo pueden encontrar como Fernando Blengio en la ciudad de Miami, donde una corte lo condenó el año pasado a 13 años de prisión y otros 5 de libertad supervisada.

A Blengio lo arrestaron en República Dominicana en julio de 2011 y de allí terminó en una corte del estado de la Florida colaborando con la justicia norteamericana. Su detención, sin embargo, pasó bajo la mesa porque pocos se percataron de que -como en Maiquetía- otra vez se había cambiado el nombre. El mexicano de la rampa 7 entonces se presentaba como Luis Fernando Bertulucci Castillo y no como Raúl Jiménez Alfaro, la pieza perdida en el rompecabezas del avión de las 128 maletas de droga.

jpoliszuk@eluniversal.com