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26 agosto 2012

Tragedia nacional

Domingo, 26 de Agosto de 2012

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La planta de Amuay -integrada en el Centro Refinador de Paraguaná- ardió desde la madrugada hasta la mañana de este sábado, tras un estallido causado por una fuga de olefinas en el Bloque 23 del área de almacenamiento de Gas Licuado de Petróleo (GLP) de la refinería. Correo del Caroní describe esta tragedia a través del relato familiar de dos hermanas y el testimonio de la periodista Sailú Urribarrí.

39

fallecidos reportaban las autoridades al cierre de la edición.

18

de los muertos eran miembros del comando militar de la seguridad en la refinería y otros 15 sus familiares que los acompañaban en la barraca del grupo castrense.

209

casas cercanas y 11 locales comerciales.

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Recuerdos de escombros y angustia mantienen latente los habitantes de Amuay. Foto cortesía

Rolando Azocar Jr.
razocar@correodelcaroni.com

Una llamada la levantó de un sueño profundo. El reloj del celular marcaba las 2:00 de la madrugada mientras sonaba. No lo sintió repicar hasta un poco antes de las 5:00 de la mañana cuando María Primera se percató, ya despierta, de la llamada perdida.

Para ese momento todo el país ya se encontraba conmocionado ante una gran explosión en un área del Centro de Refinación de Paraguaná (CRP). No había mucha información, solo lo visible: una enorme nube de humo sobre la ciudad y enérgicas llamaradas emanando del complejo petrolero.

La inquietud se adueñó de María. Pese a que lleva más de seis años viviendo en Ciudad Guayana, es oriunda del estado Falcón. Parte de su familia vive en Amuay, ese pequeño pueblo pesquero ubicado en la Península de Paraguaná que desde 1950, con la inauguración de la refinería, es reconocido como una central petrolera. Su hermana y algunos amigos trabajan en Petróleos de Venezuela (Pdvsa).

Devolvió la llamada con zozobra, pero su hermana, que minutos atrás la había llamado, no contestó. Intentó comunicarse al teléfono residencial; tampoco tuvo suerte, sonaba ocupado y la preocupación creció. Luego se enteró que minutos antes de que llamara, su familia había dejado descolgada la bocina en el apuro de alejarse del área.

Los segundos pasaban y, entre la claridad de un amanecer nublado, la incertidumbre se hacía mayor. El pánico recorrió su cuerpo cuando leyó, en el perfil del Black Berry Messenger de un amigo de Falcón: “Las personas que vivan en Judibana, Alí Primera, Campo Médico… deben desalojar el área porque hay peligro de una segunda explosión”. Sintió desesperación.

Entre la consternación

Luego de la 1:00 de la mañana Marcia Primera despertó bruscamente ante un estruendo ensordecedor. Su primera conclusión, mientras despertaba con gran susto, fue que un terremoto había movido la ciudad.
Sobre los enseres de la sala se extendían escombros difuminados entre una nube de polvo. No entendió lo que pasaba hasta que vio parte del techo desecho. Corrió al cuarto de su mamá a quién encontró inmersa en una crisis de pánico. Aunque ese dormitorio estaba intacto, en el siguiente también se había desplomado parte del techo.

Desde la entrada de la casa, ubicada en la comunidad Alí Primera, era inevitable ver el panorama dramático: una nube de humo arropada en llamas, cubría el cielo a poco más de 200 metros de la vivienda. Los vecinos se debatían entre abandonar la zona o ver el escenario impactados. Marciela optó por la primera.

Desde ese momento y hasta que llegó a Caja de Agua, sector ubicado a siete minutos de Alí Primera en donde se refugió en casa de un familiar, todo fue confusión. Las personas, desesperadas por lo sucedido, intentaban alejarse de la refinería lo antes posible. El miedo a una nueva explosión estaba en el ambiente.

Marciela intentó comunicarse con María, su hermana, quien vive en Ciudad Guayana desde hace seis años. No tuvo suerte. Llegó a Caja de Agua aún asustada por la explosión y por una colisión a su vehículo entre el tumulto y la desesperación por abandonar el área.

Sensación de inseguridad

A unos 15 minutos de la refinería de Paraguaná, en el centro de Punto Fijo, Sailú Urribarrí, corresponsal de FM Center y El Universal, también escuchó el estruendo. Entre la dualidad de ciudadana y periodista, la reportera cobró protagonismo. No se asustó ante la trifulca, investigó antes de adjuntarle el calificativo de “grave” a la situación.

Es maracucha de nacimiento, empero, su trabajo la ha llevado a diversos territorios, entre ellos, Ciudad Guayana y Falcón. En el tiempo que lleva viviendo en el noroccidente son múltiples las ocasiones en las que ha tenido que cubrir explosiones que se generan aisladas y controladas en la refinería. Pensó que era “otra más”.

Sin embargo, al asomarse por la ventana, el paisaje la abrumó: “Al ver el cielo rojo y no saber si es el humo o la oscuridad de la noche, la impresión cambia”, resalta la periodista que, aunque se dirigió de inmediato al área, no pudo llegar sino hasta las 7:00 de la mañana.

“La ciudad estaba confusa, la gente comenzó a irse. Esas zonas pobladas comenzaron a salir hasta el centro o la entrada de Punto Fijo. Los accesos a la refinería fueron trancados”, explica Urribarrí, quien compartió hace algunos años en la redacción de Correo del Caroní en la fuente de sucesos.

Las autoridades -agrega- realizaron un amplio trabajo para mantener la calma en la ciudad y la situación controlada.

“Ya estamos acostumbrados a vivir al lado del Centro de Refinación de Paraguaná, pero no estamos preparados para una situación como la que se registró, porque creemos que es normal que hayan estallidos ahí (…) Ahora es difícil sentirte seguro cuando ves que la refinería que colinda con tu comunidad, está prendida en llamas. Es muy difícil, a pesar de que veas que están las autoridades atendiendo la situación”, asegura la periodista que, en su despliegue informativo, fue testigo de la desesperación de las personas, aún varias horas después del incidente. 

Miedo latente

“Fue horrible María. No escuchaba la voz de mi mamá. No había luz y no se veía nada”, explicaba Marciela a su hermana. Ya eran las 5:30 de la mañana cuando contestó el celular. Descansaba ante el despliegue de emociones vividas horas atrás. Estaba más calmada, pero al recordar el momento no pudo evitar revivir la zozobra y soltar el llanto.

“Es difícil sentirte seguro cuando ves que la refinería que colinda con tu comunidad, está prendida en llamas”. Sailú Urribarrí, corresponsal del diario El Universal en Falcón.

María también sollozó al escucharla. Aunque no hubo heridos en su familia, las posibilidades eran amplias: “La casa de mi mamá siempre está full. En época de vacaciones mis sobrinos se van para allá. Casualmente, desde hace dos días hay problemas con la luz y ellos se fueron a casa de mi hermana en Campo Médico. O sea que si ellos hubieran estado durmiendo ahí, les cae eso”, analiza.

Aunque ya se ha comunicado con sus dos hermanas, una de ellas empleada de Pdvsa y habitante de Campo Médico, un pequeño complejo habitacional para los trabajadores de la refinería, la angustia por la situación se mantiene en el ambiente.

En los próximos días, uno de sus sobrinos viajará a la ciudad para prestar apoyo a sus familiares afectados. Ella hará lo mismo en lo que pueda. Y aunque las autoridades aseguran que la situación está controlada, el miedo de que sus familiares continúen viviendo a pocos metros de la refinería continúa latente.