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14 mayo 2012

Luis Velásquez Alvaray: “Jesse Chacón me ordenó poner la plata en el banco de su hermano”

 

Luis Velásquez Alvaray - Archivo

Caracas, 13 de mayo de 2012. Del mismo llano barinés que vio nacer a Hugo Chávez, es oriundo Luis Velásquez Alvaray. Fue el primer magistrado en encender el ventilador que ai­reó los “trapitos sucios” del Po­der Judicial venezolano duran­te la gestión revolucionaria. Denunció la existencia de la su­puesta “banda de Los Enanos” -un grupo  de jueces corruptos- y a los pocos meses fue removido por la Asamblea Nacional, tras ser acusado de corrupción en la adquisición de un terreno y un inmueble. Se encuentra exilia­do en una nación centroameri­cana desde hace seis años, de los cuáles relata han sido difíci­les y de cambio profundo.

Inmerso en el mundo políti­co, se convirtió en adepto del movimiento chavista, que lo llevaría a participar en eleccio­nes parlamentarias y conver­tirlo en diputado de la Asamblea Nacional por el estado Mé­rida para el periodo 2000-2005, cargo del que tuvo que prescindir a principios de su último año como congresista, al ser designado como Magistrado del Tribunal Supremo de Justi­cia. Allí fungió como presiden­te de la Dirección Ejecutiva de la Magistratura.

Reconoce haber conocido a su colega Eladio Aponte Apon­te, aunque afirma no haber te­nido una relación cercana. Hoy asevera que si se le llamara a declarar en un juicio, lo haría con pruebas y que se arrepien­te el haber comulgado el dis­curso de Hugo Chávez. Su nom­bre regresó a la palestra vene­zolana, luego de las declaracio­nes del ex magistrado Eladio Aponte Aponte. Mucho se ha comentado de su exilio, pero ahora es él quien lo describe.

¿Cómo ha sido su vida en el exilio luego de casi seis años?

Muy dura, el exilio es muy di­fícil, se trata de un cambio pro­fundo en el cual dejas atrás to­da una vida, la familia, los ami­gos, las costumbres.

Muchos exiliados y presos políticos han tenido dificulta­des de salud. ¿Cómo se encuen­tra usted?

Soy un hombre saludable. Gracias a Dios, no padezco de enfermedades, siempre he te­nido una vida modesta, aparta­da de toda clase de vicios.

En Venezuela, muchas son las acusaciones que se hacen en su nombre, ¿cómo se decla­ra hoy día?

Cuando alguien se cae pasan esas cosas, muchos aprove­chan para saciar odios, otros repiten cosas sin saber lo que están diciendo. En mi situación se es presa fácil de las especula­ciones.

Usted era abiertamente se­guidor del presidente Hugo Chávez y la revolución que im­pulsa. ¿Cuál fue el punto de quiebre para que comenzara el ensañamiento con usted?

Me correspondió la respon­sabilidad de ser cabeza de la Di­rección Ejecutiva de la Magis­tratura (DEM) y, como tal, el en­tonces Ministro de Relaciones Interiores, Jesse Chacón, que era muy poderoso, me ordenó que le diera a su hermano todos los contratos de seguros para las personas de la dependencia y que todos los depósitos del Po­der Judicial se hicieran en su banco fantasma, que inmedia­tamente denuncié, y solo se ac­tuó cuatro años después, cuan­do ya se había desfalcado nu­merosas instituciones en el país. También denuncié al Hugo “Po­llo” Carvajal como el mayor nar-cotraficante, lo hice en rueda de prensa y de allí fui destituido y mandado a asesinar por estas mafias y por la de Nicolás Ma­duro. De allí vino la furia en mi contra, el ministro puso toda la inmensa fuerza del ministerio en mi contra para hacerme salir del cargo, presionó a muchas personas para lograr su propó­sito y finalmente lo hizo.

¿Se define todavía como chavista o cuál es su ideología política?

Fui chavista porque desde temprana edad compartí idea­les de redención social, y Chávez tenía un discurso que coincidía con ese pensamien­to. No fui el único que se encan­diló con eso, él llegó a atraer a millones hasta el punto de que ganó las elecciones contra los grandes partidos tradicionales y con un partido sin consolidar, que más bien era un movimien­to, una emoción. Por supuesto que me arrepiento, porque en carne propia he podido pade­cer el desengaño.

Usted conoció el Poder Judi­cial por dentro. ¿Las declara­ciones del magistrado Aponte se sustentan en la verdad?

Mucho de lo que él dice es verdad, solo que hay cosas que no conozco porque serían de sus relaciones personales e ín­timas.

Se dijo que usted tiene en su poder algunos expedientes que incriminan a varios fun­cionarios públicos en hechos punibles ¿Es cierto esto? ¿Re­forzaría las declaraciones de Aponte entregando esto a la DEA, FBI, etcétera?

Si en alguna oportunidad se me llamara a declarar como testigo en un juicio, en un pro­ceso judicial serio, en ese caso yo lo haría.

¿Llegó a conocer al magis­trado Aponte?

Claro que lo conocí aunque nunca tuvimos relación cerca­na, él estaba en el área penal y yo en la constitucional.

En Venezuela se dice que us­ted compró una universidad ¿es cierto este comentario? ¿A qué se dedica actualmente?

En el exilio, y para mantener a mi familia me he visto en si­tuaciones difíciles, he tenido que trabajar muy duro porque nunca he sido un hombre de fortuna. Gracias a Dios, tuve una amplia formación acadé­mica y he podido ejercer la edu­cación, de eso hemos vivido en estos años terribles. Me asocié a otras personas en un proyec­to educativo modesto donde básicamente he aportado mis conocimientos y experiencia profesionales. Se trata de una pequeña empresa de actividad económica limitada, aquí no hay grandes negocios, en este bendito país se vive una vida como la de Mérida de hace 50 años atrás, tranquila, apacible, muy grata pero no sumergida en esas actividades de la gran­des urbes de mil millonarias compañías.

Algunos periodistas vene­zolanos lo vinculan con el nar­cotráfico. ¿Cómo se defiende frente a tal acusación?

Nunca he visto esos señala­mientos, pero si los han hecho se trataría de otra infamia más de gente sin escrúpulos, que tendrían como propósito ver­dadero banalizar ese tipo de acusaciones que existen contra personas verdaderamente liga­das a ello, sería una labor de distracción a favor de quienes están en esa actividad. Si yo tu­viera la más mínima relación con ese tenebroso mundo no podría haber conseguido, ni mantener la condición de asila­do que tengo en este país, que es sano, y donde se vive a la vis­ta de todos.

¿Qué le diría al presidente Hugo Chávez si tuviera la oportunidad?

Que en las horas menguadas que vive debería mostrar arre­pentimiento de tanto daño que ha hecho, que trate de ganar la indulgencia divina arrepintién­dose de sus muchos pecados y devolviendo los presos y exilia­dos políticos a sus hogares, ce­sando la campaña de odios que mantiene, que pida perdón y haga verdaderos actos que lo hagan merecedor de ello por­que Dios es inconmensurable­mente bueno, misericordioso, pero no pendejo.

6to Poder (Jesús Linares)