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30 septiembre 2007

‘El hombre socialista que quiere Chávez y el venezolano de verdad’


¿Cuándo fue la última vez que compró algo nuevo, comió fuera de casa o viajó por placer? De seguro usted, como muchos otros, pertenece a la mayoría de los venezolanos, pobres, ricos, clase media, profesional o no, que en los últimos tiempos ha tenido dinero en mano para adquirir un bien o darse un gusto, aunque por supuesto cada vez que va al mercado a buscar azúcar, leche, caraota o sardinas, sufra las de Caín.

Ya es común decir que el dinero está circulando por todas partes, fluye de abajo a arriba y de arriba a abajo; los bancos ofrecen tarjetas de crédito y otras opciones de endeudamiento; hay un boom de construcción de viviendas por parte del sector privado; la venta de vehículos barre récords continuamente, la oferta de cirugía estética, de centros de embellecimiento y de todo lo que nos haga lucir más lindos por fuera se multiplica; siguen naciendo más y más centros comerciales; la Hummer, ese espanto de vehículo símbolo del atorrante individualismo, se pasea impunemente por nuestras calles; en los diarios se ofrecen seminarios dictados por gurúes del mercadeo, de las ventas y de todo lo que huela a gastar, gastar y gastar.

¿Podremos los venezolanos vivir en un régimen donde no mande el mercado? Mucho me temo que no.

Peor aún. Sufrimos de consumo irresponsable. Aquí hasta las personas supuestamente más comprometidas ideológicamente con un sistema socialista terminan envueltas en la espiral de gastar el dinerillo a como dé lugar, que para más luego es tarde.

La contradicción más grande es que hay mucha plata y pocos bienes, por lo tanto todo sale más caro. Por simple ley del mercado, al ser mayor la demanda que la oferta el costo del bien aumenta. A esto se suma que la mayoría de los productos que consumimos son importados.

Mientras la dirigencia chavista sigue ofreciendo la propuesta de la reforma y se arma un falso ambiente de debate, tenemos poco tiempo para pensar qué es lo que nos pasa, imbuidos como estamos en cajas de whisky, lactovisoy, camionetas último modelo, edulcorantes, pollos gigantescos de Brasil, viajes al extranjero, y con las navidades a la vuelta de la esquina, donde seguramente no faltarán los pinos naturales, la nieve artificial, los Santasinflables y de carne y huesoy toda la parafernalia propia de esas fechas.

Sospecho que habrá que esperar varias generaciones para que nazcan el hombre y la mujer nuevos que tanto desea el Presidente.

Si la gente deja de tener dinero sentirá que es más pobre, y aunque Hugo Chávez insista en que ser rico es malo, peor es estar en la pelazón.

Si la salida es producir más bienes entonces seguiremos la lógica capitalista: mayor demanda, mayor producción, mayor consumo, más ganancias para el bolsillo de los dueños de los medios de producción lo cual no significa necesariamente aumento de puestos de trabajo o mayor inversión.

Sin embargo, para no desilusionar a quienes aspiran curar el daño que ha sufrido la sociedad venezolana con el germen capitalista, es posible que después de todo lleguemos al socialismo por carambola. Más de uno al preguntarse qué es el socialismo puede autoconvencerse de que esta bonanza es producto del sistema prometido y soñar que cuando esté totalmente instaurado, la cosa será aún mejor. La penúltima vez que vivimos un boom parecido nos decían la Venezuela Sáudita, de allí a la Venezuela Socialista hay apenas unas letras.

Luz Mely Reyes

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