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28 noviembre 2006



SOMOS SOLIDARIOS O

MÁQUINAS DE PRODUCIR

Por: Luis M. Galviz*


En la actualidad, en Venezuela laboran cerca de 25.000 trabajadores y trabajadoras, para la Administración de Justicia, en sus diferentes fueros y jurisdicciones. De este universo de trabajadores, sorprende, la poca importancia que la solidaridad tiene para la mayoría de las mujeres y hombres, que con su esfuerzo físico y mental, hacen posible que la maquinaria judicial, todos los días, se mueva hacia adelante, en procura de la paz social y el sostenimiento del Estado de Derecho y de Justicia Social, vigente, hoy por hoy, en la cuna de nuestro Padre de la Patria Simón Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios.

El perfil del empleado judicial venezolano, ha sido estigmatizado, por algunos, con el término despectivo de “lochero”; es decir, para el trabajador tribunalicio promedio (según), tiene gran importancia el aspecto económico - salarial en su relación de trabajo y funcionarial. Esta situación o mejor este énfasis, en lo salarial, en una importante medida, ha dado al traste con otros aspectos humanistas, que en toda relación de trabajo, están presentes, uno de ellos es la solidaridad de clase.

Es posible, que muchos trabajadores judiciales no sepan o desconozcan que forman parte de un conglomerado denominado clase trabajadora, con características propias, intereses y valores intrínsecos, que la hacen la clase más poderosa sobre la faz de la tierra. Este desconocimiento, puede ser producto, del excesivo individualismo alienante, imbuido, desde un punto de vista macro por el Sistema de Dominación Capitalista Mundial, que bajo las premisas del neoliberalismo y la globalización económica, impone a través del Banco Mundial o Fondo Monetario Internacional, a los países latinoamericanos, reformas judiciales enlatadas en programas de “cooperación“, que sólo persiguen que sus tasas de ganancias, sigan siendo tan altas a niveles que las empresas multi y transnacionales infiltradas en nuestros países, al momento de interponer demandas civiles, mercantiles, penales o laborales, por ante los tribunales nacionales, resulten vencedores en su totalidad o sí son éstas las demandadas, sus contrapartes sean derrotados en juicio.

Al margen del esquema de explotación impuesto por el Gran Capital; en lo micro, es decir en la relación de trabajo, más concreta, los empleados judiciales venezolanos, no cultivan el valor más transcendental de la clase trabajadora, que no es otro que la solidaridad. Este valor, debe ser entendido, como la razón, por la cual todos los trabajadores y trabajadoras, se unen, organizan, cohesionan y sindicalizan, para la defensa de sus derechos e intereses de clase, que independientemente del carácter público o privado, que pueda ostentar la patronal, siempre es una lucha constante el logro de su respeto y la garantía de los mismos.

A algunos (sino la mayoría), trabajadoras y trabajadores de la administración de justicia, pareciera no importarles lo que ocurra a uno o varios de sus compañeros de labores, cuando por ejemplo son afectados en su estabilidad laboral o son despojados de su plazas o puestos de trabajo. Es un fenómeno extraño a la clase trabajadora, pero que en el caso de los empleados judiciales venezolanos, cada día está más presente.

Desde que comenzó hacia principios de la década de los años 90, la implementación del Programa de Reforma Judicial auspiciado por el Banco Mundial, en Venezuela, que tuvo su pico más alto en 1998, con las reformas de las Leyes Orgánicas del Poder Judicial y Consejo de la Judicatura, Ley de Carrera Judicial y sanción del Código Orgánico Procesal Penal, que entró en vigencia el Primero de julio de 1999; la tendencia hacia el individualismo alienante, ha sido entronizado con más fuerza en la base o masa laboral; lo que objetivamente ha impedido que la clase trabajadora judicial, pueda hacer frente al proceso de flexibilización laboral, que sistemáticamente es desarrollado por las Altas Autoridades del Poder Judicial Venezolano, que consiste en una progresiva inestabilidad laboral de los trabajadores y trabajadoras judiciales, que atenta contra sus puestos de labores; son obligados a trabajar de manera extraordinaria por encima de lo que permite la Ley Orgánica del Trabajo, sin contraprestación salarial; la violencia laboral es cotidiana, y a pesar que es denunciada, las autoridades encargadas de sancionarla hacen caso omiso de las denuncias interpuestas; los supervisores en la aplicación sus sanciones disciplinarias, son desproporcionados, y aún cuando sean atacados desde el punto de vista jurisdiccional, cuentan con la complicidad de la Dirección Ejecutiva de la Magistratura y de algunos jueces llamado a conocer tales causas; las cláusulas de la Convención Colectiva relativas a condiciones de trabajo, están casi en su totalidad incumplidas, no obstante que entró en vigencia el 09 de junio de 2.005.

La solidaridad entre los trabajadores judiciales, debería estar presente como un sentimiento natural, en su dimensión más amplia; puesto que es gracias a ella, que los trabajadores han logrado, las grandes reivindicaciones económico - salariales a través de la historia de la lucha de clases.

¿Qué es ser solidario?

Ÿ Ser solidario es dolerse por lo que le pase u ocurra a nuestro compañero de trabajo.

Ÿ Ser solidario es ponerse en los zapatos de nuestro compañero que a traviesa una problemática laboral.

Ÿ Ser solidario es levantar la voz en protesta contra la violencia en el trabajo.

Ÿ Ser solidario es decirle no al trabajo extraordinario gratuito.

Ÿ Ser solidario es no permitir que se arremeta contra el más sagrado de los derechos: La estabilidad laboral.

Ÿ Ser solidario es oponerse a la flexibilización laboral, en el Poder Judicial Venezolano.

Ÿ Ser solidario es pertenecer a un gremio o sindicato.

Ÿ Ser solidario es exigir respeto a nuestra dignidad humana y Derechos Humanos.

Ÿ Ser solidario es llorar junto a nuestros compañeros de trabajo, por la muerte de un familiar o un amigo.

Ÿ Ser solidario es abrazar a nuestros compañeros de trabajo.

Ÿ Ser solidario es saludar a nuestros compañeros de labores con una sonrisa y un buen estrechón de manos.

Ÿ Ser solidario es no burlarse de las calamidades de nuestros compañeros de trabajo.

Ÿ Ser solidario es corregir a nuestros compañeros de laborales, con una palmada en el hombro y una voz de buen maestro.

Ÿ Ser solidario es oponerse a las arbitrariedades que se cometen en contra de nuestros compañeros de trabajo.

Ÿ Ser solidario es no voltear la mirada, cuando nuestros compañeros de trabajo, buscan nuestro apoyo o ayuda.

Ÿ Ser solidario es reír, alegrarse y bailar con nuestros compañeros de trabajo.

Ÿ Ser solidario es en definitiva amar a nuestros compañeros de trabajo.

Ÿ Ser solidario es saber que nuestro segundo hogar está en nuestro lugar de trabajo.

Ÿ Ser solidario es ansiar ver, tocar, besar y abrazar a nuestros compañeros de trabajo.

Ÿ Ser solidario es contentarse por el ascenso laboral de un compañero de trabajo.

Ÿ Ser solidario es compartir lo poco o mucho que poseamos con nuestros compañeros de trabajo.

Ÿ Ser solidario es invitar a nuestros compañeros de trabajo a conocer nuestro hogar y familiares más cercanos.

Ÿ Ser solidario es hacer deportes con nuestros compañeros de trabajo.

Ÿ Ser solidario es no burlarse de los defectos de nuestros compañeros de labores.

Ÿ Ser solidario es protestar enérgicamente cuando un representante gremial o sindical es despedido de su puesto de trabajo injustamente.

Ÿ Ser solidario es asumir los problemas de nuestro compañero de labores como nuestro.

Ÿ Ser solidario es sentirse que pertenecemos a la combativa clase trabajadora.

Ÿ Ser solidario es ser empleado o trabajador judicial o tribunalicio.

Sí los trabajadores y trabajadoras del Poder Judicial Venezolano, llegasen a comprender el torrente de energía y fuerza, que el simple hecho de ser solidario encierra, seguramente lo complementario, que se reduce a lo económico - salarial, sería más fácil de conquistar y mantener.

Puesto, que sin la solidaridad el movimiento o base trabajadora, carecería de sentido humano, y empezaría a decaer hasta llevar al trabajador o trabajadora, a la categoría insensible de máquina de producir bienes o servicios; es decir se convertiría en una pieza reemplazable del mercado de trabajo, que a la postre es lo que le interesa al capitalista explotador, a éste no le interesa al trabajador como ser humano, le interesa porque le produce riqueza y ganancia, pues se apropia de la plusvalía que gracias al sudor, desgaste de músculos, órganos y pérdida de neuronas de los trabajadores y trabajadoras es posible, y que lo hace cada días más rico y poderoso.

Los lideres y liderezas sindicales nacionales y seccionales de las Organizaciones Sindicales que en la actualidad hacen vida en el Poder Judicial Venezolano, deben cambiar sus estrategias o esquemas reivindicativos, por esquemas enfocados a fortalecer la solidaridad entre los trabajadores, con un sentido clasista y solidario; caso contrario, la propia organización sindical, corre el peligro o riesgo eminente de desaparecer, y es posible que la baja tasa de sindicalización presente en el sector judicial alrededor de un 28%, haga difícil (sino imposible) que se discuta la III Convención Colectiva de Trabajo, cuyo Proyecto debe presentarse dentro de los 180 previos al vencimiento de la convención vigente, es decir en el primer semestre de 2.007, por ante las autoridades del Ministerio del Trabajo.

Está en el ambiente judicial, la posibilidad de un duro revés, en perjuicio de las trabajadoras y trabajadoras del Poder Judicial Venezolano, producto de la propia involución que ha sufrido la organización de la fuerza de trabajo en el sector judicial; por ello, atendiendo la vieja conseja aquella que dice “que soldado avisado o prevenido no muere en guerra, y sí muere es por descuidado” ; debemos pues, los que hoy en día, ejercemos responsabilidades sindicales, unir esfuerzos físicos e intelectuales en el rescate y despertar de la organización sindical, inspirada en nuestros precursores sindicales de la segunda mitad del Siglo XIX y primera del Siglo XX, que con fuerza y a costa de sus propias vidas proclamaron la consigna: “TRABAJADORES DEL MUNDO … UNÍOS” . Que aunque parecería rancia para algunos, hoy sigue tan vigente, como aquel primer día en que sonó en los aires fabriles y albores del sindicalismo revolucionario y combativo.

* Abogado, Trabajador Social y Presidente del SUONTRAJ

luismgalviz@hotmail.com y luismgalviz77@yahoo.es